En lo profundo del valle: una reseña de “Ofrenda a la tormenta” de Dolores Redondo

Un éxito fulgurante. Eso, sin duda, sin paliativos, es lo que ha conocido la llamada “Trilogía del Baztán” de la escritora donostiarra Dolores Redondo. Los tres volúmenes de la obra se han vendido como pan caliente. La primera de las tres novelas “El guardián invisible”, ya ha conocido una adaptación al cómic -o, como ahora se dice, a la “novela gráfica”- y parece ser que pronto será llevada al cine.

Una parte de los paisajes inquietantes de la "Trilogía del Baztán". Un bosque cercano a Dantxarinea. Foto La colección Reding

¿Cuál es el secreto de ese éxito que, en apariencia, al menos en apariencia, se reduciría a aplicar la también exitosa fórmula de la novela negra escandinava a nuestras latitudes?.

La propia autora da su personal respuesta a esa pregunta en la nota final que añade a “Ofrenda a la tormenta”, que es la obra que cierra la saga de la que nos vamos a ocupar en esta nueva reseña de “La novela antihistórica”.

Dice Dolores Redondo ahí que ha escrito las historias que ha oído desde pequeña, enlazando la mitología ancestral de esa zona del, a veces, llamado “País Vasco-Navarro”, o del Bidasoa (eso decía Pío Baroja), con hechos leídos en la prensa y con su educación en una familia de fuerte base matriarcal.

Lo cierto es que esta explicación puede sonar a poco, a increíble como para justificar que semejante éxito fulgurante pueda reducirse a una fórmula tan sencilla.

A ese respecto podría parecer más creíble la ayuda que la autora haya podido recibir de númenes ancestrales de esa mitología vasco-navarra como la llamada diosa Mari, protagonista de la “Trilogía” en ocasiones. Una interpretación que Dolores Redondo también deja caer con claridad en la nota que cierra “Ofrenda a la tormenta” y con ella toda la «Trilogía del Baztán».

Al margen de esas interpretaciones el lector que conoce bastante de cerca el trasfondo del que hablan las tres novelas puede, tal vez, llegar a otras conclusiones sobre el secreto del éxito de la «Trilogía del Baztán».

Si lo juzgamos todo a partir de lo que nos cuenta la última entrega de la serie, “Ofrenda a la tormenta”, podemos deducir, por ejemplo, que Dolores Redondo maneja con extraordinaria habilidad unos hechos que fascinan a los seres humanos desde los tiempos prehistóricos.

Algo que se conoce muy bien desde finales del siglo XIX, cuando James George Frazer describe ese proceso en su libro “La rama dorada”. Un magnífico compendio de todas las creencias religiosas y mágicas de la Humanidad, desde los tiempos prehistóricos hasta el momento en el que él escribe esas páginas por primera vez en 1890.

Sí, en obras como esas se puede leer entre líneas la fascinación que parece haber producido al ser humano la Magia desde esos tiempos inmemoriales, grabada no sobre piedra o papel sino en el recuerdo, en la memoria colectiva pasada de generación en generación por tradición oral. Como parece el caso de la familia de la inspectora Amaia Salazar o, fuera ya del universo literario, de la propia autora de la “Trilogía del Baztán”.

En otras palabras: basta, como se demuestra en el libro de Frazer, que nos hablen de Magia y Brujería para que prestemos atención. Para que quedemos fascinados.

Si a la Magia y la Brujería se suman actos truculentos, con derramamiento de sangre, la atención ya se duplica por aquello que tan bien conocían los predicadores medievales. Es decir: el “horresco referens”. Lo que traducido al castellano significa, sencillamente, que nos gusta oír de los horrores padecidos por otros por la sensación de alivio que nos produce el no ser nosotros las víctimas de tales actos atroces.

Quien sabe manejar estos elementos con habilidad y con una prosa hábil y magnética, como es el caso de Dolores Redondo, no es extraño que tenga éxito y un éxito, además, fulgurante, como el que ha conocido la “Trilogía del Baztán”. Sin necesidad de que hagamos entrar en escena a la protección de la diosa Mari, de la señora a la que se alude en la “Trilogía del Baztán” en ocasiones, cuando la realidad cotidiana de la inspectora Amaia Salazar se intersecta, por medio del sueño o de otros canales, con esa mitología vasca y navarra…

Y ahora, tal vez, los abandonados lectores que han terminado la “Trilogía del Baztán” y quieren saber más sobre lo que han leído con tanta fruición, estarán esperando, acaso, para descubrir en esta nueva edición de “La novela antihistórica”, cuál es la realidad que Dolores Redondo ha utilizado tan bien para llevar a cabo una hazaña tan difícil, a veces, como convertir una novela en un «best-seller».

Hablemos, pues, de esas cosas, de esa materia de la que se alimenta “Ofrenda a la tormenta” y el resto de la “Trilogía del Baztán”, de esas cosas de las que hay abundantes ejemplos en la Historia de la Brujería y Demonología que, en no poca medida, parece haber inspirado las tres novelas de Dolores Redondo.

En la obra de otro ilustre escritor del País del Bidasoa, Julio Caro Baroja, antropólogo de renombre internacional gracias en gran parte, precisamente, al tema de la Magia y la Brujería, se recogen episodios científicamente estudiados -nada de rumores, ni tradiciones orales más o menos vagas, más o menos nebulosas- en los que se demuestra la existencia de grupos de culto neopaganos en el Baztán en fechas tan recientes como los años 20 del siglo pasado.

Una Historia nocturna, como la ha llamado otro de los grandes especialistas en el tema, el historiador italiano Carlo Ginzburg, difícil de conocer y reconstruir, por el secreto, precisamente, que rodea a grupos así, pero que a través de indicios, como indica -valga la redundancia- ese mismo historiador, podemos vislumbrar al menos en parte.

Así es, hay suficientes pruebas sobre la existencia en el País Vasco, especialmente en la zona en la que transcurren los episodios de la Trilogía del Baztán -desde el Norte de Navarra hasta el litoral dominado por la ciudad de Fuenterrabía (en “Ofrenda a la tormenta” transcrita como Hondarribia)-, de grupos paganos asimilables o asimilados a lo que comúnmente se llama “Brujería” y que, probablemente, también podríamos asimilar a los “Benandanti” estudiados, entre otros, por el ya aludido Carlo Ginzburg, que, gracias a detallados procesos inquisitoriales de la Italia de los siglos XVI y XVII, ha reconstruido con gran exactitud la supervivencia de creencias paganas sobrepuestas a las católicas ortodoxas en la zona del Véneto en esas fechas. Unas circunstancias peculiares que los devotos lectores de la “Trilogía del Baztán”, si tienen a bien comparar lo que han aprendido en esas tres novelas con la obra de Mircea Eliade o de Carlo Ginzburg sobre estas cuestiones, encontrarán muy similares al mundo fantástico que rodea la rutina policial de la inspectora Salazar y su inolvidable equipo.

A ese respecto, aparte de lo ya señalado por Caro Baroja, también puede resultar interesante trazar el mapa que arroja la escasa documentación sobre procesos por Brujería posteriores al gran proceso del año 1610 para descubrir, por ejemplo, la alta concentración de casos de mujeres sospechosas de ese crimen, que la Iglesia ya ha dejado de perseguir, en la zona litoral de Fuenterrabía o en territorios controlados por esa jurisdicción, como Lezo, junto al puerto de Pasajes.

Una proporción que, curiosamente, se invierte cuando nos fijamos en las denuncias en las que el sospechoso es un hombre, concentrándose entonces los casos, entre finales del siglo XVI y comienzos del XVIII, hacia el interior de ese territorio y concretamente hacia su punto central en la villa de Tolosa…

Ese es el trasfondo real del que se alimenta, necesariamente, en efecto, la “Trilogía del Baztán”, la base real de la Mitología de la que, a su vez, se ha alimentado, por tradición oral, Dolores Redondo hasta llegar a su gran éxito en el terreno literario.

Se trata de hechos probados como la persecución por Brujería desatada en 1610 en Baztán que acaba con la reprobación por parte del inquisidor Salazar -con el que comparte apellido la inspectora protagonista de las tres novelas, como se recuerda en “Ofrenda a la tormenta”- y, más aún, acontecimientos posteriores, que desmienten el benévolo juicio del inquisidor llamado por algunos especialistas en la materia, como Gustav Henningsen, “el abogado de las brujas” por haber defendido la imposibilidad de sostener acusaciones tan graves como la de Brujería en base a lo que parecían ser meras fantasías.

En efecto, gran parte de las alucinaciones confesadas bajo presión extrema en el último gran juicio por Brujería que tiene lugar en España en ese año de 1610, son eso tan sólo: alucinaciones o ajustes de cuentas en corto entre la nobleza local del Baztán -léase el señor de Andueza, sobre todo- y la masa de pequeños hidalgos que formaba esas poblaciones.

Eso, real como fue, aludido en “Ofrenda a la tormenta”, no significa que más allá de eso no existiesen, en efecto, grupos de neopaganos en esas latitudes dispuestos a mantener unos cultos que para la Iglesia oficial sólo podrían identificarse con el mal absoluto, convirtiéndose así en la raíz de lo que luego permite a nobles vengativos, como el señor de Andueza, provocar persecuciones por supuestos casos de Brujería en los que, en realidad, se ajustan cuentas de lo más personal y que nada tienen que ver con cuestiones sobrenaturales.

Esos neopaganos cuya existencia parece bien probada por estudios como los de Caro Baroja y algunos mucho más modestos, no son ninguna entelequia sino un mal real para el poder cristiano establecido. Bien porque contradicen su ortodoxia y su magisterio religioso en exclusiva, bien porque dichos grupos actúan de manera nociva, perpetrando sacrificios humanos. Tal y como ocurre con el grupo perseguido por la inspectora Salazar y su equipo habitual en “Ofrenda a la tormenta”, donde toda la trama iniciada con “El guardián invisible” eclosiona.

Una posibilidad, la existencia de esos grupos neopaganos de carácter claramente perverso, ampliamente constatada en los registros inquisitoriales. Especialmente a partir de mediados del siglo XVII, cuando se pone de moda en la corte francesa de Luis XIV el Satanismo. Un culto que alcanza su punto álgido en el bien conocido -tanto en libros de Historia sobre el tema como en novelas como “El oráculo de cristal”- “Asunto de los venenos”.

Es decir, la conspiración para asesinar al rey en la que se ve involucrada parte de la corte, que se vale de gente del hampa o la marginalidad parisina -como la herbolaria conocida como La Voisin- para obtener gran parte de la materia prima para sus misas negras y, sobre todo, para el futuro envenenamiento del rey.

Así es, son relativamente numerosos los casos que hacia 1660 y después empiezan a pasar por los tribunales religiosos que se enfrentan así no a cuentos delirantes sobre animales y hombres volando y otras cuestiones más o menos fantásticas, que tanto abundan en las declaraciones de juicios por Brujería, sino a hechos reales, con sacrificios humanos -de niños, como se ve en “Ofrenda a la tormenta”- con objetivos no demasiado santos, perfectamente explicados en dicha novela.

Aunque la novelista no entra en detalles, esa, insistimos, es la materia real de la que está hecha su novela. Una que a ella le ha valido para elaborar una exitosa saga de novelas policíacas que giran en torno a todos esos temas que nos fascinan: el poder, la Muerte, los misterios, la Magia…

Poco más se puede decir de esa «Trilogía» salvo que, como se puede ver en las redes sociales, se ha convertido en un curioso fenómeno que genera síndrome de abstinencia entre los miles de lectores y lectoras de las tres novelas que temen, incluso, el momento en el que pasen la última página de las mismas, vislumbrando un terrible vacío más allá de la nota final puesta por Dolores Redondo en “Ofrenda a la tormenta”.

Es, tal vez, un consuelo pequeño, pero a todas esas perdidas almas lectoras se les puede ofrecer algún arreglo, por pequeño que sea, si se pasan por esta dirección web:

Comprobarán allí que hubo vida antes de la “Trilogía del Baztán” y la puede seguir habiendo después de que se ha leído la última página de “Ofrenda a la tormenta”…

Y si ya eso no es bastante, ¡sólo les quedará recurrir a la Magia!.

Acerca de Carlos Rilova Jericó

Licenciado en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid. Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Administrador del weblog de "La novela antihistórica", creada como página de crítica independiente en el año 2010 para ayudar a mejorar el criterio de selección de obras de gran difusión comercial entre el público y redactor de la reseña mensual de acceso libre publicada en esa página cada día 20 de cada mes. Director del banco de imágenes y centro de investigación histórica "La colección Reding". Profesional de la investigación histórica y cultural para diversas empresas y organismos públicos desde el año 1996.
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