Syc semper tyrannis. Nazis y novela histórica. “HHhH” de Laurent Binet

Editada en septiembre de 2011, “HHhH” de Laurent Binet conoció su cuarta edición en el mes de octubre de ese mismo año.

¿Es eso importante?. ¿Nos dice algo?. Quizás no es importante ni debería decirnos nada. Al fin y al cabo, los que leen esta página, y cualquiera otra de crítica independiente, ya saben que vender miles de ejemplares no indica, necesariamente, calidad en la obra. Ni literaria, ni, muchas, demasiadas, veces, como novela histórica, que es lo que aquí nos interesa.

No parece, sin embargo, que ese sea el caso de “HHhH”, que, como vemos, está triunfando desde el otoño del año pasado con una fórmula, híbrido de novela y ensayo, cuya eficacia comercial ya ha comprobado el mundo editorial español gracias a  Javier Cercas y su “Soldados de Salamina” o su “Anatomía de un instante”. Ambas muy próximas, por distintas razones, a “HHhH”.

¿En qué consiste exactamente este nuevo cruce entre novela y libro de Historia que no parece una mala idea leer como novela histórica?.

Para empezar se puede afirmar, sin mucho riesgo de equivocarse, que “HHhH” es una biografía inusual de Reinhard Heydrich, la mano derecha de uno de los personajes más escabrosos de la Historia contemporánea -Heinrich Himmler- mano derecha, a su vez, de otro personaje aún más escabroso: Adolf Hitler.

Aunque, de hecho, “HHhH” es más que una biografía unas “vidas paralelas”. En este caso la de Laurent Binet y la de Reinhard Heydrich…

En efecto, Binet tiene un estilo desenfadado, o sería mejor decir descarado, y, gracias a él, no tiene reparo en ponerse a la altura de Plutarco y contarnos la vida de Heydrich al tiempo que nos cuenta la suya. Sobre todo a partir del punto en el que decidió escribir un libro acerca de uno de los personajes del Olimpo nazi más siniestro pero, quizás, menos conocido.

Así vamos descubriendo la vida de Heydrich a través de la propia vida de Binet que cuenta, con verdadero desparpajo, cómo concibió por primera vez la idea de escribir sobre ese episodio, cómo se hizo con las primeras obras y noticias sobre la vida de ese alto oficial nazi y, sobre todo, cómo ordenó ese material de modo que resultase un relato coherente sobre el núcleo central de su libro. Es decir, el atentado del 27 de mayo de 1942 que ahora cumple setenta años y que acabó con la vida de un hombre que será recordado -muy probablemente para siempre- como una de las piezas clave en la ejecución de uno de los mayores genocidios de la Historia mundial.

Binet, en efecto, se ciñe firmemente a ese plan de trabajo y fiel también a ese estilo suelto, descarado, que transita por toda la novela, nos cuenta los hechos de su propia vida que le condicionaron para hacer casi inevitable escribir esta obra sobre la vida y, sobre todo, la muerte de Reinhard Heydrich.

Para conseguir ese efecto que, sin duda el autor ha buscado y exhibe impúdicamente, nos traslada desde la Europa arrasada por la Segunda Guerra Mundial y, lo que es aún peor, por la ocupación bajo un régimen demencial como el nacionalsocialista, hasta sus años de estudiante a finales del siglo XX. Nos habla, otra vez con desparpajo de sus amores frustrados en la Chequia de la época, de su militancia política -por supuesto izquierdista- procedente de su propia herencia familiar pero a la que, aún así, mira, como al resto de la vida y el mundo que le rodea, con un sarcasmo cargado de humor entre blanco y negro.

Es posible que aunque con cosas así Binet no parezca tomarse demasiado en serio ni a sí mismo ni a lo que quiere contar, hay que destacar que esa serie de confesiones previas al inicio del relato como tal, hacen de “HHhH” una más que aceptable novela histórica.

De hecho, Binet hace algo que los historiadores, según se nos suele repetir desde que comenzamos nuestras clases de Licenciatura, deberíamos hacer siempre. Es decir, advertir a los que nos van a leer de cuáles son nuestra opiniones, nuestras simpatías o antipatías políticas y el modo en el que eso ha influido para que elijamos un tema u otro para escribir nuestros artículos, conferencias, biografías, ensayos, etc…

Algo que, justo es reconocerlo, no hacemos muy a menudo, quizás -vamos a ser indulgentes con nosotros mismos- más porque esa palinodia no encuentra con facilidad su lugar en un libro de Historia al uso, que por un deseo deliberado de engañar a los lectores que, al fin y al cabo, como advertía un maestro en estos temas -el británico Edward Hallett Carr- en una de sus conferencias sobre en qué consistía la Historia, enseguida se dan cuenta de qué lado se inclinan las simpatías del historiador por mucho que trate de ocultarlas. Eso si es que el historiador no ha hecho ya publica y manifiesta su militancia hace tiempo. Como ocurre, por ejemplo, con grandes figuras de la profesión como Eric J. Hobsbawm, que lleva décadas proclamando a los cuatro vientos su Comunismo.

Esa renuencia, u olvido, entre los historiadores a contar lo que Binet sí cuenta en “HHhH”, en cualquier caso, no hace sino aumentar los méritos de esa novela que no parece una novela ni, de hecho, tampoco parece querer ser una novela. Ni histórica ni de ningún otro tipo.

Y no es ese el único rasgo que la convierte en un libro recomendable para los que quieran aprender algo sobre uno de los episodios más oscuros de nuestra Historia reciente.

En efecto, Binet, a lo largo y ancho de “HHhH”, nunca habla desde la certeza sino desde las conjeturas razonables, que es también el punto de partida que se recomienda al historiador.

En ese aspecto resulta ejemplar la reflexión que hace sobre los jefes del comando que los británicos envían a liquidar a Heydrich. Uno es checo y el otro es eslovaco. Un detalle que, en principio, puede parecer poco relevante, incluso otra “boutade”, otra broma del autor, pero que, en realidad, sirve a Binet para adentrarse, otra vez, en el terreno del historiador profesional más que en el de un novelista de esos que consideran el marchamo “novela histórica” como una especie de licencia para sentar cátedra muy a la ligera sobre aspectos del pasado muy delicados.

En efecto, el destacar que uno de los dos jefes del comando es eslovaco lleva a Binet a explicar cómo ha llegado a nacer la República checoeslovaca tras la Primera Guerra Mundial. Es decir, como un producto -uno más- del desmembramiento del Impero Austrohúngaro, que vive sus horas de gloria -y también las más negras- en ese período de entreguerras que precede a la Segunda Guerra Mundial, que convierte a esa nueva república en víctima propiciatoria de esa situación, frustrando un proyecto de país que habría podido prosperar mucho más de haber nacido rodeado de otras circunstancias históricas menos hostiles.

Unas que, en principio, convierten a los eslovacos en colaboracionistas y a los checos en víctimas de la ocupación. Al menos según el retrato de trazo grueso que suele aparecer en las obras de Historia sobre la época. Uno que Binet no duda, por supuesto, en desmentir, haciendo que los lectores fijen su atención sobre el hecho de que pudo haber numerosos eslovacos colaboracionistas -tal vez tantos como los hubo en la Francia de Vichy, como no se olvida de subrayar también Binet-, pero eso no podía, no tenía porque significar necesariamente que todos y cada uno de los eslovacos estuviesen de acuerdo con la invasión y se aprovechasen de ella en detrimento de unos checos que tampoco estuvieron unánimemente en contra de la ocupación nazi, sino sólo en la medida de sus circunstancias y posibilidades personales. Una escabrosa situación que, tal y como insinúa Binet, habría que considerar caso a caso para tener una imagen exacta, más allá de los trazos de brocha gorda con los que -justo es reconocerlo- se resuelven bastantes páginas de libros de Historia que abarcan grandes períodos de tiempo y no tienen tiempo para fijarse en detalles como estos que sí subraya este joven novelista francés.

De hecho, el método de reconstrucción histórica del autor de “HHhH” es verdaderamente exhaustivo, casi obsesivo.

En efecto, Binet no deja, en ningún momento, de plantearse y plantear a lo largo de su novela las mismas dudas que muchas veces se plantea un historiador sobre la materia que trata. Por ejemplo, con respecto a la vida de Heydrich antes de que se convierta en la “bestia rubia”, en la mano derecha, en el cerebro de Himmler, en el artífice del genocidio de los judíos europeos, en el supuesto protector de Bohemia y Moravia… Binet entra por esa vía en toda clase de matices más propios, otra vez, de los historiadores que de los novelistas. Trata así de adivinar cómo se sentía Heydrich ante determinadas cuestiones personales -la pérdida de la figura paterna a una edad temprana, su desclasamiento social en la opresiva Alemania de entreguerras, etc…- que pudieron influir en el modo en el que después evolucionó un  carácter, una personalidad que, como bien se sabe, fue la última responsable de episodios históricos de largo alcance y de más que turbias consecuencias para millones de personas hace poco más de setenta años.

Un afán por reivindicar los detalles que también lleva a Binet a tratar de reconstruir en “HHhH” lo que rara vez pueden -o quieren- reconstruir los historiadores. Por ejemplo circunstancias como los noviazgos de los líderes de la “Operación Antropoide” en Inglaterra, mientras se entrenan integrados en las fuerzas libres checoslovacas o si realmente la metralleta “Stein”, habitual en el armero de los paracaidistas británicos en la Segunda Guerra Mundial, era fiable o se atascaba por la mínima causa en el momento más inoportuno. Tal y como ocurrió cuando los comandos checoslovacos se abalanzan sobre Heydrich y su conductor aquella mañana de 27 de mayo de 1942…

La única advertencia que se podría hacer, el único defecto que se podría achacar a “HHhH” es que Binet, por así decir, se columpia demasiado en sus bromas y en sus juegos en torno a los detalles de los hechos históricos sobre los que escribe, llevando sus “boutades” tal vez demasiado lejos. Por ejemplo cuando especula, o más bien fantasea, sobre el verdadero color del coche en el que viaja Heydrich cuando los comandos aliados caen sobre él y le causan las heridas que unos días después acabarán con su escalofriante vida.

En principio se puede alegar que ese tipo de dudas razonables son la base de muchos libros de Historia, que se niegan a hacer afirmaciones demasiado rotundas sobre algunos detalles acerca de los que no tienen todos los datos.

Sin embargo, Binet lleva, quizás, esa prudencia -que, en su caso, parece más bien una más de sus bromas, de sus guiños- demasiado lejos y por un camino por el que nunca debería transitar la Historia. Tanto la que se plasma como telón de fondo en una novela como, mucho menos, la que se escribe en ensayos sin más pretensiones que esclarecer, a nivel científico, el pasado.

Con elucubraciones como esas sobre si el coche de Heydrich estaba pintado de negro o tan sólo de color verde oscuro, se puede producir un peligroso deslizamiento hacia el viscoso terreno en el que un escritor se convierte en autoridad sobre una figura capital del Nazismo porque ha escrito acerca de él un sugestivo libro en el que, sin embargo, por lo que parece ser tan sólo puro esnobismo posmoderno, juega a insinuar que hay detalles de la Historia que no conocemos y nunca podremos conocer; haciendo así que todo se relativice, desdibujando cuestiones morales como la línea entre el bien y el mal, lo oscuro y lo luminoso, los héroes y los villanos, las víctimas del Nazismo y sus verdugos, o cuestiones científicas sobre lo que separa a la Historia y al mito edificado, erigido, en torno a pequeños errores, recuerdos borrosos o, simplemente, mentiras deliberadas.

Es una clase de equidistancia altamente volátil y que no se puede -o por lo menos no se debería- aplicar sobre determinados temas y con determinados estilos literarios como el que usa Laurent Binet.

En otras novelas recientes sobre la época como “Las benévolas” de Jonathan Littell, ese relativismo sobre hechos similares a los que se relatan en “HHhH” funciona a la perfección, revelando con las excusas con las que algunos tratan de justificar su actitud durante el genocidio nazi la monstruosidad -por más que la Historia como ciencia no deba juzgar, es difícil describir, simplemente describir, al Nazismo con otro adjetivo- del sistema que hace prosperar a individuos como Heydrich.

En “HHhH” el juego no funciona con la misma sutileza, da pie a demasiados equívocos, a demasiado relativismo, y, por tanto, eso debería ponerse en el “debe” de esta novela.

Sin embargo, tenido esto en cuenta, no se pueden hacer más objeciones a “HHhH” como novela histórica. Sería mentir decir que no es un gran punto de partida para todos los que quieran empezar a leer, a saber, sobre lo que ocurrió en Praga ahora hace setenta años, las causas que produjeron el atentado del 27 de mayo de 1942, quién era el hombre al que el mando aliado quiso ejecutar y ejecutó por medio de esa “Operación Antropoide”, las consecuencias de ese acto y muchos otros aspectos de ese fragmento negro de la Historia de Europa que, como se podrá comprobar en el siguiente número de “La novela antihistórica”, ha dado para escribir muchos miles de páginas.

Tal vez porque, como estamos viendo en estos días críticos para la Unión Europea, es un demonio que aún no hemos logrado exorcizar y sigue agazapado en algún rincón de un continente que lleva varias décadas intentando que no se repitan episodios tan monstruosos -otra vez resulta difícil describirlos con otro adjetivo- como los que protagonizó Reinhard Heydrich.

Acerca de Carlos Rilova Jericó

Licenciado en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid. Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Administrador del weblog de "La novela antihistórica", creada como página de crítica independiente en el año 2010 para ayudar a mejorar el criterio de selección de obras de gran difusión comercial entre el público y redactor de la reseña mensual de acceso libre publicada en esa página cada día 20 de cada mes. Director del banco de imágenes y centro de investigación histórica "La colección Reding". Profesional de la investigación histórica y cultural para diversas empresas y organismos públicos desde el año 1996.
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4 respuestas a Syc semper tyrannis. Nazis y novela histórica. “HHhH” de Laurent Binet

  1. Vuestro comentario en mi entrada me hizo llegar hasta aqui y, vaya, me alegro muchisimo… Genial y exhaustiva critica que saca a la luz muchos de los engranajes de la novela. Tal vez el peso negativo que poneis sobre el «relativismo» con el que Binet parece perderse de vez en cuando no sea mas que otro juego; a lo largo de la novela, Binet va dejando minas, incluso bajo si mismo, escudandose en que «no es mas que una novela» y la vez metiendo el dedo en el ojo ajeno. Creo que los lazos con Cercas son imprescindibles para entender el alcance de esta novela.
    Insisto, genial trabajo y genial blog…

    • Gracias Juan Miguel por los elogios. Tu blog también demuestra que el mérito de escribir reseñas literarias está repartido y no es monopolio de «La novela antihistórica». Realmente Binet es, como decía en el post que tanto te ha gustado, alguien con un gran sentido del humor y al que le gustan estos juegos de espejos deformantes. Mientras se tenga esto presente, «HHhH» es una magnífica novela histórica, un gran comienzo para empezar a recordar y no olvidar esa época monstruosa. La misma que resume el denostado Jonathan Littell al comienzo de «Las benévolas» con esa frase atroz -una de las muchas de ese libro- en la que el SS que narra viene a decir a los lectores, a los «hermanos hombres» a los que se refiere al principio del libro, que son afortunados los que viven en una época en la que nadie quiere matar a tu mujer y tus hijos ni te manda a matar a la mujer y los hijos de otros, que es justo lo que ocurre en Europa entre 1936 y 1945.
      Veremos dentro de un mes qué os puedo contar en esta misma página sobre la otra novela centrada en el atentado de Heydrich que se acaba de publicar, «Praga mortal».
      Gracias otra vez y un saludo.

  2. Goio Borge dijo:

    Me parece muy acertada la mención a Cercas, la verdad. He repasado el comentario que hice sobre su libro (http://banquetealatropa.blogspot.com.es/2009/07/el-escritor-y-los-politicos.html) y veo que me metí, de manera seguramente imprudente, mucho más en el terreno de la especulación sobre la capacidad del escritor o del novelista para conseguir extraer la verdad de unos hechos gracias a sus mecanismos de estudio, o de acercamiento a los personajes/protagonistas. En el caso de Binet, no deja de ser peculiar que a pesar de sus intentos por reivindicar a los héroes del atentado de Praga, en realidad Heydrich sea la figura necesariamente emergente en el libro. Binet dice que al principio no lo quería así, pero que fue inevitable que sucediera. Así que sin duda me hace gracia lo que dices sobre que finalmente esto parece una biografía comparada de ambos, una interpretación no exenta de verdad que no sé cómo llevaría el propio Binet, porque… ¿tal vez era necesario para retratar mejor la veracidad de los hechos? Uno está tentado de responder que no, claro. Pero…

    • Gracias Goio por tu comentario que plantea unas cuantas dudas interesantes sobre estos juegos literarios en torno a una Historia tan minada como lo es la del Nazismo y la Segunda Guerra Mundial.
      Realmente, tanto en el caso de Cercas como en el de Binet, hay que reconocer que con todos sus «peros» son novelas a las que hay que alabar. Es mejor que hayan sido escritas a que aquellos hechos se olviden. La de Cercas era especialmente pertinente porque rompía un tabú en torno a la participación española en el bando de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Un tabú que se desmiente con sólo mirar las placas que en París conmemoran hoy a los caídos luchando contra los nazis en la batalla de París. Muchos de ellos soldados españoles integrados en la Novena de Leclerc, prácticamente olvidados hoy día porque nadie los puso en películas como «Arde París», «La batalla de Inglaterra», «Un puente lejano» y ese etc. que no hace falta detallar porque todos lo conocemos bastante bien.
      Lo único que tenemos que tener presente es que no podemos admitir, ni a Cercas ni a Binet (ni a nadie, en realidad), como la única fuente de conocimiento al respecto. Por eso me pareció una buena idea dedicar un mes el post a «HHhH» y el siguiente a «Praga mortal».
      Dicen que no hay libro de Historia definitivo, que siempre se añadirá algo nuevo por un historiador futuro a lo que podamos decir hoy. Eso es algo que también se puede aplicar a novelas como «HHhH» o «Soldados de Salamina» o a cualquier otra. Por ejemplo en el caso de Cercas es muy fácil llegar a otras conclusiones respecto a lo que sería o podría ser el punto final del golpe del 23-F que describe en «Anatomía de un instante». El, me parece, le da un sesgo muy monárquico, pero ¿y si en el futuro España restaura la República, entonces cómo se vería la anatomía de ese instante?. Seguro que no tal y como Cercas lo ha visto a fecha de hoy.
      Si tenemos eso en cuenta, «HHhH» es una gran novela histórica. Sin duda. A condición de saber qué hay vida inteligente más allá de ella y que es sólo un buen comienzo para saber, para no olvidar, para preguntar lo que frau Traudel no preguntó antes de hacerse secretaria del Monstruo Supremo, el que lloró la muerte del carnicero de Praga y con eso nos lo dijo todo sobre él y sobre Reinhard Heydrich.
      Gracias otra vez y un saludo

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