“El puente de los asesinos” de Arturo Pérez-Reverte. Un monumento a la autocomplacencia

Si algo no se puede negar a gran parte de las novelas de Arturo Pérez-Reverte es que son lo que Umberto Eco llama “lectura gastronómica” en “El superhombre de masas”, uno de los libros de cabecera de “La novela antihistórica”, como ya habrán notado los que siguen esta página.

En efecto, no se puede -ni se debe- negar que leyendo las páginas de casi todas las novelas de Arturo Pérez-Reverte, uno casi parece comerse las páginas de sus libros, como Jorge de Burgos -otra creación, literaria esta vez, del profesor Eco- lo hacía en “El nombre de la rosa” con aquel tratado de Aristóteles sobre la risa. Algunos entusiastas dicen que se los “beben” para describir más gráficamente lo que sienten cuando cae en sus manos una nueva novela del autor cartagenero.

Un proceso de abducción mental que, al menos según las opiniones que circulan por ahí, se multiplica cuando se trata de una nueva entrega de la serie del pseudocapitán Alatriste que el autor inició allá por 1996, en compañía de su hija Carlota, con notable éxito de público. (El de la crítica ya venía garantizado de antemano, al menos hasta que Internet ha permitido la aparición de páginas independientes como ésta).

“El puente de los asesinos”, la última entrega de la serie confirma, prácticamente de principio a fin, la clara voluntad de esa literatura de seguir siendo lectura gastronómica. La obra está cargada de calor de hogar. Es una novela de aventuras “comme il faut”, ideal para leer al amor de la lumbre de la chimenea -o del convector de aire caliente, o de los radiadores eléctricos o el equivalente que se tenga más a mano- en este otoño más bien frío que ya está dando paso a un invierno que parece ir a ser más frío aún, más invernal,  que nunca.

Para lograr ese efecto, el autor refleja en esas páginas su recurrente amor, su fascinación, por Venecia -materia de varios de sus artículos dominicales-, a la que dota de una alucinante belleza al ir sumiéndola, a medida que se desarrolla la acción de “El puente de los asesinos”, en una nevada que crea -de manera más bien deliberada- una atmósfera sugerente, como suelen hacerlo todas las primeras nevadas, hasta que el invierno se alarga y se convierten en un verdadero incordio para la parte de la Humanidad que no tiene interés -o tiempo- para el esquí o el snowboarding y debe llevar adelante sus existencias cotidianas en medio de esa dificultad climatológica.

En pocas palabras, la nueva entrega de la serie del pseudocapitán Alatriste se puede leer muy a gusto. Al menos hasta su apresurado desenlace, que convierte a toda la novela en una especie de nueva edición de ese parto de los montes que al final, después de mucho ruido y terribles crujidos, sólo dieron a luz a un ratón, como dice la leyenda.

Hasta ahí llegan las virtudes de “El puente de los asesinos”. ¿Qué hay más allá de ellas?. Más bien poca cosa. Nada nuevo. Tan sólo una nueva entrega literaria de las malsanas obsesiones recurrentes del autor.

Es decir, un nuevo grabado negro sobre la España del siglo XVII que no tiene más fundamento, según parece, que unas cuantas mal digeridas lecciones de Historia -es un decir- de la siniestra escuela nacionalcatólica en la que, es evidente, se formó el autor.

En efecto, prácticamente desde el principio, nos encontramos en esa nueva entrega del pseudocapitán Alatriste con situaciones absurdas desde el punto de vista histórico que, además, parecen no tener otro objetivo que el de confirmar al autor -y, lo que es peor, a sus lectores habituales- en sus convicciones sobre la fantasmal decadencia de “España” motivada por la cantinela habitual con la que Arturo Pérez-Reverte explica, desde su primera novela, “El húsar“, los que él cree males seculares de España.

A saber: unos reyes idiotas, un clero fanático y un pueblo ignorante y supersticioso que se dejó llevar como ovejas al matadero, de cabeza a la ruina que se confirmará con la derrota de Rocroi en la que -afortunadamente para muchos de nosotros- muere, al fin, Alatriste.

Encontramos así en “El puente de los asesinos”, una nueva edición de la  justificación -supuestamente histórica- de la pose ridículamente trágica con la que el millonario autor gusta de reflejarse, llamando al país que lo ha hecho rico “madrastra ingrata” y otras sonrojantes afirmaciones igual de absurdas desde el punto de vista estrictamente histórico, que se desmienten con sólo verlo firmando ejemplares en las recurrentes presentaciones de la novela que se han hecho desde que salió al público un estratégico 27 de octubre de 2011.

Esa simplista visión de la Historia de España -basada, además, en gran parte, en propaganda elaborada por el cardenal Mazarino a mediados del siglo XVII- de la que el autor ha hecho una bandera, se repite, en efecto, machaconamente, a través de las páginas de “El puente de los asesinos”. La variación es muy poca y cuando aparece es sólo para sacar a relucir otra de las también recurrentes muestras de ignorancia habituales en la pseudohistoriografía del autor, basada en una mala digestión del más que superado libro del sociólogo alemán Max Weber, “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”.

Según todos los indicios disponibles ha sido en esas páginas en las que Pérez-Reverte hizo, años ha, el gran hallazgo de que España es una nación fallida -nada menos- porque era católica y no se preocupaba, por tanto, de la buena marcha de los negocios terrenales. Una idea sencillamente absurda. Por diversas razones.

Por escoger una al azar, se puede señalar que un libro de mala Sociología, y el de Max Weber lo es, no ayuda a comprender mejor nada y mucho menos los supuestos fracasos de la España de los Austrias.

En efecto, la tesis de Weber es de alcances tan limitados que no llega ni para explicar por qué Bélgica, un país católico, se industrializó con éxito antes que Holanda, un país protestante que, a principios del siglo XVIII, la correspondencia diplomática española -sí, han leído bien, española- conservada en el Archivo General de Simancas, definía como una colonia británica en Europa continental, incapaz de actuar con criterio propio frente a lo que se le dictase desde Londres. Algo que queda claramente confirmado por el hecho de que Holanda sólo se atreve a enfrentarse a Inglaterra a partir de 1778 y formando, durante la Guerra de Independencia estadounidense, coalición con Francia y con esa otra potencia que, siempre según Arturo Pérez-Reverte, no volvió a levantar cabeza tras la derrota de Rocroi en 1643. Es decir, España…

Eso por no llevar ese absurdo argumento hasta sus últimas consecuencias que obligarían, necesariamente, a considerar también estados fallidos, a Austria, a gran parte de Alemania, Italia, Francia y estados de los Estados Unidos de Norteamérica como Maryland, al ser todos ellos territorios de mayoría católica, y, según esa lógica, naciones en decadencia. Un proceso que, por cierto, sólo existe en la imaginación de Arturo Pérez-Reverte y los que todavía comulgan con las ruedas de molino impartidas durante cuarenta años por la escuela franquista, y que se desmiente con sólo remover, otra vez, algunos documentos de diferentes archivos.

Es lo que ocurre con el monólogo de Iñigo Balboa, el antiguo criado del pseudocapitán Alatriste, al sentirse maravillado ante la magnificencia del volumen de negocio que mueve Venecia y la envidia que esa industriosidad veneciana suscita en él, haciéndole desear que en España hubiera algo parecido y atreviéndose a afirmar que ni Sevilla ni Cádiz se podían comparar con la febril actividad que él ve en los estrechos dominios de la Serenísima…

El absurdo histórico contenido en esas frases es de tal calibre que resulta increíble que incluso Arturo Pérez-Reverte se haya atrevido a hacerse dueño de esas afirmaciones, plasmándolas en un libro que lleva su firma.

Realmente sólo desde la más negra ignorancia histórica se podría afirmar que Sevilla y Cádiz eran inferiores comercialmente a la Venecia de principios del siglo XVII. Sólo para empezar, el tamaño de la contratación gaditana supera ampliamente a la mayor parte de los puertos europeos de la época. Así, basta con darse una vuelta por la sección de cuentas del magnífico Archivo de Indias en Sevilla para constatar el calibre de la falacia histórica soltada a ese respecto por el futuro alférez Balboa en esas páginas de “El puente de los asesinos”.

Cádiz controla más del doble de redes comerciales internacionales que Venecia, y, además, hasta comienzos del XIX, el flujo financiero mundial a través de los convoyes de plata que llegan constantemente a sus muelles. Desde los que, a su vez, comerciantes de todo el mundo, asociados con comerciantes españoles, reexportan manufacturas a esa economía mundial año tras año después de la supuesta debacle y espiral de decadencia en la que debería haber entrado España desde la más que discutible derrota en Rocroi en 1643. La sola biografía de Manuel de Agote, factor de la Real Compañía de Filipinas, por ejemplo, recientemente publicada online, basta para desmentir la endeble base histórica en la que se basa ese inane monólogo de Iñigo Balboa, verde de envidia ante el tráfico que mueve la microscópica república veneciana.

Se trata de un sólo ejemplo de la mala calidad como novela histórica -o que se vale de la Historia- de esta última entrega del capitán Alatriste que, por supuesto, no es el único. De hecho, esos absurdos históricos se multiplican, una y otra vez, a lo largo de las más de trescientas páginas de esa novela.

El título “El puente de los asesinos”, por ejemplo, resulta completamente incoherente con la voluntad manifiesta del autor de querer reflejar en esas novelas, de principio a fin, a lo largo de todas ellas, el habla castellana del siglo XVII.

En efecto, de haber sido fiel a sus principios, el autor tendría que haber titulado a esta obra “La puente de los asesinos”, pues, hasta bien entrado el siglo XVIII, ese sustantivo, hoy masculino, era femenino en lengua castellana. Lo mismo que “espía”, por ejemplo. Resulta así verdaderamente chocante ver en las páginas de este nuevo “Alatriste” a personajes hablando con todos los giros propios del castellano del siglo XVII que, de repente, dicen ir a reunirse en “el puente de los asesinos”…

Los despropósitos históricos no se quedan en esas cuestiones de detalle a las que, por otra parte, ya nos tiene habituados el autor, que se atrevió a hacer hablar a Velázquez como un sevillano castizo de hoy día o a la mujer francesa de Felipe IV pronunciando la “r” como “g”. Algo imposible, pues lo habitual en la Francia del siglo XVII -salvo problemas de frenillo- era marcar las “erres” de manera muy similar a la que se usa en España o Italia hoy día, como puede saber cualquiera que haya visto la grabación de la magnífica reconstrucción de “El burgués gentilhombre” de Molière hecha por Martin Fraudreau y Cécile Roussat en el año 2005…

En efecto, “El puente de los asesinos” está llena de absurdos históricos, de situaciones imposibles de acuerdo a la lógica más elemental de esa época que el autor dice querer preservar para los españoles del siglo XXI, a los que ve muy verdes en esas materias a causa de la ignorancia de la clase política española que parece -según ha repetido él hasta la saciedad- avergonzarse de la época de Alatriste y querer borrarla del mapa de las materias a estudiar en las escuelas e institutos españoles. Situación crítica que él habría remediado autorizando magnánimamente a Santillana -la editora de libros de texto del Grupo Prisa- a convertir en material escolar las novelas de Alatriste…

Algo verdaderamente delirante -aparte de contraproducente- cuando consideramos que “El puente de los asesinos”, como el resto de la serie, está lleno de escenas tan increíbles -en el peor sentido de la palabra- como la reunión de tres espadachines a sueldo con el gobernador del Milanesado y el entonces secretario de la embajada española en Roma, Diego de Saavedra Fajardo, dramaturgo y autor de numerosos emblemas (a los que, por cierto, Pérez-Reverte hace un sutil pero incoherente guiño en esa parte de su libro), ante los que ni Alatriste ni el resto de los restantes espadachines a sueldo allí convocados se muerden la lengua y se dedican a comportarse de manera soez, como si estuvieran en una guarida de salteadores de caminos o en una taberna preparando el asalto de una diligencia.

Se trata, en cualquier caso, de lo que en la España del siglo XVII se llamaba “descompostura”. Es decir, un comportamiento descortés y violento que en una sociedad como la europea de aquella época, admiradora de la templanza y las maneras deferentes y educadas, se tomaba como una ofensa, y que podía terminar en duelo o, en el improbable caso de haberse producido ante un hombre de alto rango como el gobernador del Milanesado, con una paliza a manos de los lacayos de éste.

La escena en la que Iñigo Balboa se enfrenta a un esbirro de la Inquisición veneciana es, claramente, otro despropósito histórico, sencillamente incomprensible. Para no despertar sospechas sobre la misión secreta en Venecia que le ha encargado casi personalmente el gobernador del Milanesado -matar al dux y provocar un levantamiento favorable en la Serenísima a los intereses de los Austrias-, el pseudocapitán Alatriste tortura a la criada de la casa en la que se aloja bajo identidad supuesta y a la que se ha pillado hablando con un esbirro -disfrazado de gondolero- y la hace desaparecer. Aparentemente aterrorizada por esos sucesos, la Inquisición véneta decide dejar de investigar las actividades de Alatriste en Venecia en lugar de ver confirmadas sus sospechas por ese comportamiento absolutamente delator que, en la Venecia real de la primera mitad del siglo XVII, se habría saldado -tal y como el propio Arturo Pérez-Reverte señala en varias ocasiones a lo largo de la novela- con una fulgurante intervención de esa temible institución que habría desbaratado, de raíz, toda la operación en ciernes.

Por ese retorcido camino que, según parece, está destinado más a demostrar -por enésima vez- lo duro y correoso que es el pseudocapitán Alatriste que a otra cosa, “El puente de los asesinos” empieza a derivar hacia un enredo insostenible desde el punto de vista histórico e incluso desde el punto de vista de la propia lógica de la novela.

Así, a pesar de todas las sospechas que se han estado alimentando desde el principio de la novela, pese al incidente de la criada que, en principio, debería haber sido ignorado por gente que -como Alatriste e Iñigo Balboa- estaban tratando de pasar desapercibidos y, por tanto, no deberían haberse dado por aludidos, también pese a la clara advertencia de Saavedra Fajardo en contra de seguir adelante con el plan por los cambios geoestratégicos que se han producido en las vísperas de la fecha señalada, aún así, el pseudocapitán Alatriste se deja convencer por su némesis, Gualterio Malatesta -aliado circunstancial en esta séptima entrega-, para meterse en la boca del lobo y seguir adelante con un plan cada vez más inverosímil. Entre otras cosas porque uno de los pilares de la lógica militar de la época -de la que se supone Diego Altriste lo sabe todo- imponía el repliegue y la economización de fuerzas cuando se intuía una empresa sin posibilidad alguna de éxito o, como hubieran dicho en la época, “suceso”…

En definitiva “El puente de los asesinos” es, nada más y nada menos, que un sonrojante ejercicio de autocomplacencia, en el que el autor, respaldado por una legión de lectores que dan por buena ya cualquier cosa que haga -realmente cualquiera- se dedica a ejecutar todos sus viejos y ya bien comprobados trucos. El amago de “nota histórica” al final del libro debe interpretarse, desde luego, más como un sarcasmo del autor que como otra cosa.

Eso, y nada más, es todo lo que obtendrán los miles de lectores del séptimo Alatriste: una soberana falsificación de la Historia de la España del siglo XVII que el nuevo gobierno entrante haría bien en excluir de los programas de estudio españoles junto con las seis primera novelas que ya han trastocado la memoria histórica de cientos de alumnos. Al menos si es que quiere ser coherente con sus planes de hacer parecer a España un país fiable, capaz de salir de su actual crisis. O decadencia, como, ya puestos, alguien muy poco documentado no dudaría en llamarla….

Acerca de Carlos Rilova Jericó

Licenciado en Historia Moderna y Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid. Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Administrador del weblog de "La novela antihistórica", creada como página de crítica independiente en el año 2010 para ayudar a mejorar el criterio de selección de obras de gran difusión comercial entre el público y redactor de la reseña mensual de acceso libre publicada en esa página cada día 20 de cada mes. Director del banco de imágenes y centro de investigación histórica "La colección Reding". Profesional de la investigación histórica y cultural para diversas empresas y organismos públicos desde el año 1996.
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57 respuestas a “El puente de los asesinos” de Arturo Pérez-Reverte. Un monumento a la autocomplacencia

  1. Miguel dijo:

    Antes que nada: gracias por tu visita a mi blog. Me parece loable que intentes separar la histoira de la literatura. Seguramente hay mucha gente que da por cierto todo lo que lee, sin advertir si está leyendo ficción o ensayo. Pero no creo que sea culpa de los autores, o al menos no sólo de ellos. Supongo que el marketing de las editoriales también tiene gran parte de culpa. Como te digo en mi respuesta a tu comentario en mi blog, cuando leo ficción no busco conocimientos históricos, ni filosóficos, busco lectura que me emocione y me haga pasar un buen rato, y que me haga pensar, pero pensar por mí mismo. Y si necesito saber más, procuro buscar información más o menos fidedigna.
    De todas formas, me resulta interesante este blog. Intentaré echarle un vistazo al resto de entradas.
    Un saludo.
    Miguel Merino

    • De nada, Miguel. Me interesa lo que escriben los demás sobre estos temas, asi que la visita a tu blog era obligada. En cuanto a lo que me cuentas de que sabes separar bien novela histórica -o pseudohistórica como es el caso que nos ocupa- de la Historia, si todo el mundo fuera como tú, esta página no tendría razón de ser. Pero como no es así, aquí seguiré, hasta el último cartucho. Un saludo.

      • Víctor Farcy dijo:

        Yo leo a Reverte como novela, no para aprender historia. Tu crítica me suena simplemente a envidia. Probablemente has escrito alguna novela y no has conseguido que te la publiquen o, si lo has hecho, las ventas no te han dado lo que buscabas.
        También me gustó mucho la saga de «El clan del oso cavernario» de Jean M. Auel, y simplemente la considero una novela entretenida no una fuente de conocimientos sobre la prehistoria, a pesar de saber lo bien documentada que está la autora.

      • Estimado Víctor Farcy: muchas gracias por poner a disposición del público de La novela antihistórica tus livianas impresiones sobre «El puente de los asesinos» así como tus cuestionables dotes de adivino.
        Tu argumento acerca de la crítica de «El puente de los asesinos», permíteme que te lo exprese abruptamente, es sencillamente pueril por no decir algo peor.
        Según ese esquema tuyo toda crítica que no sea un rendido acto de homenaje al autor en cuestión, sólo puede tener como origen el resentimiento y la envidia… Genial, simplemente genial. Según eso la Segunda Guerra Mundial tuvo como origen la envidia de sir Winston Churchill -que recibió un premio Nobel de Literatura por si no lo sabias- porque «Mein Kampf» de Adolf Hitler se había convertido en un best-seller…
        Y por si eso no te parece bastante (todo podría ser), lee la crítica a «El tango de la Guardia Vieja» de ese mismo autor publicada en esta misma página el 20 de diciembre pasado. Puesto que es una crítica positiva, a veces elogiosa, eso significará, probablemente, y según tu pobre argumentación, que al final sí me publicaron esa novela y que también he tenido ventas millonarias… Hay un par de palabras en castellano que te ayudarán a entender la calidad de tu comentario vistas bajo esa perspectiva: son «sencillamente» y «ridículo».
        Por otra parte, y ya para finalizar, enhorabuena por haberte dado cuenta de que las novelas de Pérez-Reverte son un entretenimiento y no una fuente para aprender Historia (cuidado ahí, no vaya a ser que alguien piense que en ese desdén implícito hay algo de envidia. A veces nuestros propios argumentos son como un «boomerang». Van, vuelven y si no andas listo te dan en toda la cara). Desgraciadamente tanto el autor como su editor han gastado considerables esfuerzos y energia (léase dinero) en demostrar al Mundo justo lo contrario. De hecho, no sé si habrás reparado en que Edelvives ha convertido esas novelas que a tí te entretienen tanto en material de apoyo escolar.
        ¿Te parece que los historiadores nos tenemos que quedar cruzados de brazos ante tamaña falacia?. ¿Tú que crees que harían los dentistas si empezasen a aparecer por ahí sacamuelas a la puerta de sus consultas para llevarse a sus clientes al huerto diciéndoles que los licenciados en Facultades de Odontología y Estomatología les engañan y no les cuentan la verdad sobre los empastes de caríes?. ¿Callarse, no vaya a ser que algún cretino piense que, en realidad, tienen envidia de los sacamuelas?.

        P. D.: por cierto supongo que serás prehistoriador para saber lo bien documentada que estaba la serie del clan del oso cavernario, ¿no?. ¿O eso también es cosa de tus dotes de adivino?. No nos prives, por favor, de esta información capital.

  2. DelQuijote dijo:

    «Quiero decir, Sancho, que el deseo de alcanzar fama es activo en gran manera: ¿quién piensas tú que arrojó a Horacio del puente abajo, armado de todas armas, en la profundidad del Tibre?»

    «—Venid acá, señor buen hombre —respondió Sancho—; este pasajero que decís, o yo soy un porro o él tiene la misma razón para morir que para vivir y pasar la puente»

    Ambas citas del Quijote.

    • Estimado don Quijote: quince años de investigación profesional en el campo de la Historia me contemplan y entre los muchos documentos que he manejado, manejo y espero seguir manejando para escribir la Historia de este país -no enfermizas fantasías neofranquistas como la que nos ocupa que, encima, tratan de sentar cátedra- nunca he visto escrito «el puente» o «el espía» en el habla cotidiana -no en «El Quijote»-, de la época en la que está ambientada «El puente de los asesinos», que, se supone es lo que trata de imitar malamente esta mala novela.
      Jamás he visto tampoco usar en la época expresiones tales como «hacer un rimero dellos». En resúmen, nada aporta su comentario, excepto informarnos de lo que sabemos ya hace tiempo: que la Literatura es un reflejo mediatizado y deformado de la vida real. Tanto en el siglo XVII, como en nuestra época. ¿O va usted por la vida diciendo cosas como «cuando desperté, el dinosaurio todavía estaba allí»?. ¿Qué trata de hacer la novela que nos ocupa?. ¿Revivir el habla de la calle o la culterana?. Sencillamente el autor se ha metido en un jardín -como acostumbra- y su comentario no le saca precisamente de él.

  3. Héctor Léctor dijo:

    No te gustó mi comentario, por lo que veo. Entonces, ya que censuras y lo que hablamos queda entre nosotros, puedo llamarte tranquilo envidioso y payaso, y no creo que me pase de insultante nada de nada. Si el tito Reverte te leyera, seguro que te llamaría cosas peores. Hay crìticas tan bajas que más que al criticado reflejan los complejos y amarguras del criticador, leete despacio la tuya.

    • Estimado Héctor Lector. Me parece que el que debería leer las cosas con más atención eres tú. Que yo sepa sólo has mandado dos mensajes a esta página. Uno llegó en enero de 2011 y fue publicado, a pesar de que su tono era tan insultante y tan bajuno como éste que has mandado la víspera de Navidad y que, como ves, también se ha publicado a pesar de ser igual de basto y a pesar de que -ya perdonarás- me he tomado unos días de vacaciones -tú dirás…- y, por tanto, no he publicado con la debida diligencia este nuevo mensaje tuyo tan importante -no hay más que leerlo- que colocaste por aquí el día 24.
      Aquí no se censura nada. El único mensaje que no se ha publicado -spam descarado aparte-, te lo creas o no -cosa que me es tan indiferete como tus pueriles insultos-, fue uno en el que otro anónimo ciudadano -tan anónimo como tú- se dedicaba a soltar chismes sobre tu querido escritor de cabecera a los que no quise dar pábulo alguno porque me sonaron, sencillamente, a calumnia. Se envió respuesta, eso sí, al interesado, explicándole la razón -esa misma que te acabo de decir- por la que no se publicaba el comentario. Hasta hoy no he vuelto a saber de él. Fíjate la inquina personal que tengo contra tu querido «tito».
      Dicho esto, no sé en qué te basas entonces para llamarme «envidioso» y «payaso».
      En fin, tú mismo. Yo encantado de poder mostrar en esta página qué clase de gente lee al «tito» -como tú lo llamas- Pérez-Reverte. Es más elocuente que cualquier crítica que yo pueda hacer a esas pésimas novelas historicas que a tí -no me extraña- tanto parecen gustarte.
      Se te han ofrecido argumentos de peso -¿has visto muchas imágenes originales de la guerra de propaganda mazarinea antes de leer este número de «La novela antihistórica»?. Seguro que no- y tú lo único que aportas es que quien critíca a tu ídolo literario es un malvado que lo envidia… Esto no hace falta alabarlo, que se alaba ello sólo, por acabar con un verso del Siglo de Oro, del que bien poco vas a aprender como sigas con ese régimen de lectura que tanto defiendes.
      Arturo Pérez-Reverte se ha hecho millonario falseando la Historia de este país y engañando a miles de lectores, creando un caldo de cultivo político nefasto y una pésima imagen-país de España que nos ha estado pasando una dura factura sobre todo estos últimos meses. Ese es el hecho y no creo que haya razón alguna para que no lo critique. Se trata de defender tanto a mi carrera profesional como al país en el que vivo. Si no lo hiciera entonces sí creo que tú y tu «tito» podriáis llamarme, con toda razón, tonto, payaso, cagamandurrias, tiñalpa y todo ese circo con el que él se suele cubrir de gloria cada domingo dando lustre y esplendor a su toga de académico.
      Si tú eres tan necio -del latín, «el que no sabe, el que ignora»- como para seguir tocándole palmas a quien pone como ropa de Pascua a España en el extranjero, echando más combustible a la Leyenda Negra sin más fundamento que unas cuantas lecciones de pseudohistoria «made in» la caverna franquista, allá tú. Yo no tengo porque callarme ni cruzarme de brazos.

  4. Desde Australia dijo:

    Por mucho que me fastidie reconocerlo, hay aspectos de la critica expresada que son atinados y certeros. Según estoy leyendo el Puente de los Asesinos, hay pasajes inverosimiles en el que el propio autor distorsiona a su propia creación, Alatriste.
    Alastriste pierde esencia y se difumina pagina tras pagina, hasta convertirse en un topicazo continuo, de los que el mismo critica en volúmenes anteriores.
    Los años de ausencia, creo que han afectado negativamente a la secuencia de la saga, por otro lado, y a mi humilde opinión, una de las sagas mas emocionantes y emotivas que he leido en la ultima década.
    Se acerca el momento de cerrarla y el autor lo sabe, veremos cuanto la dilata.
    Este ultimo volumen, el séptimo, ha bajado visiblemente el nivel. El peor de todos. Aun así no deja de tener cierta técnica apreciable, propia del estilo de quien lo escribe. Un 6 sobre 10

    • gllamas00, gracias por tu comentario que aquí queda publicado para ilustración y debate de todos los que se acercan a esta página.
      Ciertamente el autor en cuestión tiene una terrible tendencia a caer en lo que tú bien llamas «topicazos». Deforma, por sistema, la Historia española del siglo XVII al XIX -echa un vistazo a la crítica a «El asedio» publicada el 20 de julio de 2010- de un modo verdaderamente intolerable para cualquier historiador que aspire a, como dijo Tycho Brahe en su lecho de muerte, no haber vivido en vano.
      Poco más se puede decir de cualquiera de sus obras más allá de relativos aciertos como «El club Dumas», salvo recomendar a los desconsolados la lectura de «La sombra roja», enlazada en el número de octubre de 2011 de «La novela antihistórica».
      Ahí podréis aprender, a través de un relato literario, más acerca de un siglo XVII español mucho mejor documentado y próximo a la realidad que el que se empeñan en hacernos «tragar» ciertas grandes operaciones de marketing que miran más el beneficio puro y duro que a las consecuencias, verdaderamente nefastas en el medio plazo, de cierta Literatura enferma.

  5. soyleyenda dijo:

    Me parece muy interesante tu crítica, como siempre, pero me permito el romper una lanza a favor de la literatura de Pérez-Reverte. Como comento en mi propia revisión de este libro, me parece que se trata de una forma de ver esa parte de nuestra historia un tanto personal, más o menos acertada -según tu comentario, bastante menos- que a mí acaba por cansarme; pero eso no quita los méritos del escritor: sin ser esta su mejor novela ni el mejor capítulo en la historia de Alatriste, creo que consigue un relato ameno y de aventuras puro, ambientado en una época de la que no es nada fácil encontrar otros títulos.

    No es ni mucho menos una novela perfecta, ni redonda y en su final se desinfla bastante; pero su estilo es divertido, ameno y fácil de reconocer y lo más cercano que hay hoy en día -si se me permite la comparación odiosa- con Dumas y ese tipo de literatura de aventuas de capa y espada.

    Quizás sea mi propio criterio histórico, que no es tan estricto a la hora de acercarme a este tipo de libros, simplemente porque tengo muy claro que lo que leo es ficción. Si luego resulta que gracias a la web -tu página, por ejemplo- compruebo que también es fidedigna en ese campo, mejor que mejor, pero no voy a renunciar de antemano a ella por la fama y estilo de su autor, que por otra parte, es de sobra conocido.

    • Hola, soyleyenda. Gracias por tus nuevos comentarios. Básicamente estoy de acuerdo. Ya habrás visto que la primera parte de la crítica a «El puente de los asesinos» casi ensalza los aspectos de Literatutra de entretenimiento que hay en ella.
      Eso no hay quien se lo niegue. El problema para mí es la inercia del autor a sentar cátedra en temas históricos y el pábulo que conceden a esas opinions determinados medios que lo tienen como autor estrella en base, fundamentalmente, al criterio de la rentabilidad económica pero incapaces de calibrar el desaguisado al que puede llevar esa ceremonia de la confusión.
      Esos mismos grupos que controlan buena parte de lo que se edita -y lo que no se edita- en España, se encargan de que, en efecto -y hablo con buen conocimiento de causa-, no haya alternativas. No pueden permitirlas porque entonces dejarían en evidencia a un autor que, insisto, les es muy rentable.
      Sólo queda la red. A ella me remito. Dejé colgada «La sombra roja» a través de un enlace en «La novela antihistórica» de 20 de octubre de 2011.
      Yo la considero una alternativa a ese tipo de Literatura que realmente se nos está imponiendo. Hasta ahí llega mi égida. Sacar esta página mes a mes tratando de dar una opinión independiente y objetiva sobre novela histórica bajo el punto de vista del historiador, y aportar una Literatura histórica diferente es cuanto puedo hacer. A partir de ahí ya es cosa de los demás, de si deciden tomar o no esa alternativa y potenciarla multiplicando su número de lectores, que, hoy por hoy, es lo único que respeta -y a veces ni eso-la industria editorial española.

      Por lo que respecta a Perry, bueno, no puedo añadir mucho más. Es, como bien dices, exacto en la reconstrucción pero un poco pesado en la ejecución. Especialmente en «El club Dante».
      Ahí como ves, hay menos discrepancia de opiniones. En cualquier caso reitero las gracias por tus comentarios y por tu atenta lectura de esta página que sigues desde sus inicios.
      Un saludo cordial.

  6. Explorador dijo:

    Estoy de acuerdo con soyleyenda, pero la crítica me parece acertada…el problema es la insistencia de Reverte por enfatizar la parte histórica de su serie de novelas, algo que no es necesario para disfrutarlas.

    En cuanto a la parte del análisis de la ficción, sí que me parece que algunas decisiones de Alatriste son incomprensibles, y sobre todo, Reverte se come a Íñigo de una manera descarada, y eso le quita algo de sentido a la narración.

    Pese a ello, la disfruté. Un saludo 🙂

    • Gracias explorador por tu nuevo comentario. Confieso que yo también disfrute leyendo «El Puente de los asesinos». Al menos hasta las últimas páginas en las que flaquea sin remedio. Pero, claro, una cosa es eso y otra callar y otorgar con esa peligrosa deriva por medio de la que el grupo editorial que respalda a ese autor prácticamente pretende anular cualquier opinión sobre ese período histórico que no sea la de estas novelas, dándoles un papel que ni de lejos les corresponde y que, en mi opinión, como ya habrás leído, se basa únicamente de errores históricos de grueso porte y enn una visión de la Historia de España absolutamente trasnochada.

  7. Gabriel Garcias dijo:

    He leído las siete aventuras de Alatriste, todas me han entretenido, unas más que otras, el puente de los asesinos, probablemente una de las más flojas, aunque no mala a mi entender, y me gustó, he notado en algunas páginas un cierto apresuramiento, y un ‘encajar’ ciertas situaciones un poco a calzador y un final extraño como comenté en mi blog.
    Pienso que cada lectura, se aborda con un estado de ánimo y un objetivo diferente, al menos en mi caso me ocurre de esta forma, es un poco similar a escuchar determinado tipo de música.
    Doy por sentado que en esta saga de novelas y en general en este tipo de lecturas, que la historia es un decorado adaptado a la novela, entiendo perfectamente que la palabra novela precede a la de histórica. Sé que no hay ningún fundamento para pensar que España organizara un golpe de mano para asesinar al Dux.
    Teniendo claro lo que es una novela histórica y lo que es la HISTORIA, no hay confusiones posibles, pienso que no es algo tan difícil de asimilar y tener presente en todo momento.
    Me parece que su largo e interesante artículo es demasiado duro, tanto para el autor (excelente narrador) como para el género en sí. Al fin y a la postre es de agradecer que la gente lea, cuanto más mejor, y si es novela pues muy bien, no a todo el mundo le interesa Proust o Franz Kafka. Quizás alguien al menos tendrá presente que hubo una época de este país a la que se conoce como el siglo de oro, un poeta llamado Quevedo y que en Barcelona sí existe la Catedral del Mar, (Sta.Maria del Mar) y eso sí es historia.
    En fin, es solo mi humilde opinión, aprendiz de todo y maestro de nada.
    Feliz año ¡
    Gabriel

    • Estimado Gabriel, muchas gracias por su sustancioso comentario. Por cierto, ha olvidado incorporar el link para que los que leen esta página puedan acceder a su reseña. No dude en enviarlo, si le parece oportuno, por medio de otro comentario. Lo bueno de Internet es precisamente eso, la posibilidad de ofrecer una diversidad de opiniones sobre un mismo asunto que, de momento, es negada en la edición en papel por regla general.
      Por lo demás acepto que la crítica es dura, pero es que a grandes males, grandes remedios. Como habrá leído en mi crítica, la editora de las aventuras de Alatriste las ha vendido como material de apoyo escolar. Y eso no. Los adultos es posible que distingan que la Historia, como dice usted, es un decorado en estas novelas, pero los que se están formando no.
      Aparte de eso hay muchos adultos que tampoco lo distinguen bien -en caso contrario esta página no tendría mucha razón de ser- y, finalmente, la manipulación que hace de la Historia el autor es excesiva. De hecho, la ultiliza como algo más que un decorado manejado con el debido cuidado. Tiene, por el contrario, una terrible tendencia a tratar de sentar cátedra sobre esa época de la Historia española y mundial de la que ni siquiera los historiadores, en contra de lo que pudiera parecer, lo sabemos todo y seguimos estudiándola, removiendo más y más documentación inédita o poco investigada.
      El caso de la importancia que el autor de Alatriste da a la batalla de Rocroi es el ejemplo perfecto. Fíjese en las ilustraciones de la crítica. Son en su mayoría muestras de documentos generados en torno a esa supuesta derrota aplastante de los tercios españoles. En realidad pura propaganda de guerra financiada por el cardenal Mazarino, que magnificó aquel acontecimiento para amansar a Condé -más que probable usurpador del trono de Francia en su calidad de Borbón bastardo- y prestigiar a la vacilante monarquía de un Luis XIV niño rey, sometido a la tutela del propio cardenal y a la de su madre, Ana de Austria.
      Sin embargo, la saga de Alatriste, en lugar de poner esos hechos en claro, se dedica a endosar esa propaganda de guerra mazarinea y darla por buena, contribuyendo cuatro siglos después a falsear aquellos hechos históricos una vez más y a permitir que la Historia de España sea dictada por unos documentos redactados de forma interesada. No para reflejar la verdad de los hechos, sino para salvar a la monarquía francesa.
      Ese es el origen de la dureza de esta crítica. Es sencillamente intolerable que durante años el autor haya estado vendiendo que va a sacar del olvido la Historia de la España del Siglo de Oro -¿es que acaso lo estaba?- cuando en realidad lo único que ha estado haciendo, «grosso modo», es actuar como agente, a título póstumo, del cardenal Mazarino.
      En definitiva, parece más que evidente que el autor no conoce el límite de sus conocimientos históricos y sobre eso algo tendremos que decir los historiadores. Es eso, o dedicarse a otra cosa y, claro, veinte años después -que diría Dumas- de carrera es ya un poco tarde para darse la vuelta.
      En cualquier caso, dicho esto, reitero las gracias por su lectura y su comentario al que sólo falta, insisto, el link a su crítica de «El puente de los asesinos».
      Un saludo.

      • Gabriel Garcias dijo:

        Agradezco su respuesta. Efectivamente olvidé el link a mi impresión sobre esta novela, aunque tarde aqui está : http://goo.gl/tPbvr
        Por cierto, me ha llamado la atención el argumento de la novela ‘El misterio de la cámara azul’, novela que desconocía, en cuanto mis ocupaciones me lo permitan la leeré.
        Un saludo

      • Más vale tarde que nunca, quede aquí ese link para que todos podamos opinar y leer distintas opiniones y así ser más sabios y mejores. Un saludo.

  8. FF dijo:

    Lo primero es que tachar a Perez-Reverte de neofranquista por asumir como suya la propaganda antiespañola del XVII no hay por donde cogerlo, partiendo de que la doctrina oficial Franquista es que toda la Leyenda Negra son infamias para desprestigiar al Imperio y siguiendo porque Pérez-Reverte presuntamente se fundamenta en Max Weber, que resulta ser una de las bestias negras del ideario franquista ya que justifica todo lo opuesto a la cosmovisión del régimen. Hablando con propiedad, neofranquista sería el que recupera ideas del franquismo, y viendo lo que piensa usted de asumir aunque sea con propósito literario la Leyenda Negra y a Max Weber, si alguien debiera ser tachado de neofranquista, esa persona es usted.

    Por cierto, el libro de Aristóteles que se menciona en «El nombre de la rosa» es la segunda parte de su «Poética», referido a la comedia, no a la risa.

    • Sosiéguese estimado -¿ o es estimada?- FF -un consejo: dada su ira en torno a la cuestión del Franquismo en la prosa de Pérez-Reverte, se podía haber buscado otro nick que no evocase tanto las iniciales del dictador.
      Como ve, yo, de franquista, nada. De hecho, soy tan demócrata que tolero en esta página los comentarios más turbulentos en contra de mi labor de crítico.
      Eso no significa, como también puede ver en esta respuesta al suyo, que yo no tenga una opinión sobre su opinión y me niegue a mí mismo ese derecho de réplica como tienen por costumbre hacerlo otros medios que no llevan bien esas cosas del pluralismo y demás pilares fundamentales de una democracia digna de tal nombre.
      En primer lugar le diré que su redacción deja bastante que desear y se ve como fruto de la rabia. Cada cual es muy dueño de administrar sus sentimientos como mejor le parece, pero esa falta de control resta, en este caso, eficacia a lo que quiere decir, que, sin embargo, creo se entiende perfectamente.
      Se reduce, si no me equivoco, a que Arturo Pérez-Reverte es incriticable, por supuesto no sustenta posturas neofranquistas en su obra -luego entraré en detalles a ese respecto- y que el neofranquista -lo que son las cosas y las sutilezas de su argumentación- lo soy yo por lamentar, y denunciar, que Arturo Pérez-Reverte sigue anclado en esas doctrinas impartidas por la escuela nacionalcatólica y las da, según parece, por buenas.
      Bien, empezaré por ese último argumento: es sencillamente absurdo y demuestra que usted, más que aportar algo a esta crítica razonada -¿se ha fijado en las refutaciones a la trama supuestamente histórica de la novela que hago en base a documentación de archivos nacionales, o ha preferido pasar esa prueba, esa evidencia de los errores de su admirado escritor por alto?-, lo único que pretende es zaherirme y descalificarme. Vano intento.
      Cualquiera que lleve tiempo leyendo «La novela antihistórica» sabe que si algo no es quien la escribe, es un admirador de ese régimen. Le recomiendo que lea la crítica que dediqué no hace muchos meses a «El valle de las sombras» de Jerónimo Tristante, para que se desimpresione a ese respecto.
      Con respecto a que Arturo Pérez-Reverte no hace suyas tesis propias del Franquismo en torno a la Historia de España, le diré que, en efecto, hubo momentos en los que la dictadura se puso triunfalista y denostó la Leyenda Negra, como usted tan incisivamente señala. Sin embargo, la lectura que el Franquismo hizo de la Historia de España es, básicamente, la misma que ahora nos regurgita su admirado autor. Es decir, España está destrozada desde el reinado de Felipe III, la Ilustración del siglo XVIII es un disparate extranjerizante, las ideas revolucionarias más aún -¿ha leído «El asedio»?, ¿recuerda las palabras de su autor acerca de que la constitución que este año cumple doscientos, la de Cádiz, es cosa de unos pocos ilusos y lechuguinos?- y así sucesivamente hasta la Segunda República y el caos a ella aparejada -eso lo decía el Franquismo no yo, no vayamos a equivocarnos- del que sólo salva a España la guerra civil -para la dictadura, «Cruzada»- y FF, perdón, Francisco Franco Bahamonde, el militar traidor que se subleva contra la República a la que jura defender y a la que derroca con la ayuda de otros dos dictadores totalitarios, Benito Mussolini y Adolf Hitler. Este último asesino de millones de civiles desarmados entre 1933 y 1945.
      ¿Pruebas al canto?. Me remito al artículo que publiqué el 28 de octubre de 2011 en http://el espigadordigital.wordpress.com. Ahí podrá cotejar la asombrosa coincidencia entre las páginas de su literato de cabecera y las de los libros de texto franquistas.
      Con respecto a Max Weber le diré que en cierta ocasión su admirado escritor nos regaló en las páginas de «XLSemanal» su lista de libros favoritos. Entre ellos estaba el que Max Weber dedicó a esa cuestión del supuesto atraso de los países católicos frente a los protestantes que aparece de manera recurrente en las novelas de su ídolo literario.
      Con respecto al tratado de Aristóteles: sabía bien cuando escribí esta crítica que no era exactamente un tratado sobre la risa, sino sobre la comedia en general, pero preferí ser fiel al modo en el que Umberto Eco lo describe en su magnífica «El nombre de la rosa». Al fin y al cabo la crítica era sobre una novela de Arturo Pérez-Reverte. No sobre la obra completa de Aristóteles. Ni siquiera sobre «El nombre de la rosa». Esa puntillosa precisión para mí sólo confirma que el principal objetivo de su comentario es buscar, dónde sea, cómo sea, argumentos que descalifiquen a quien osa hacer la más leve crítica de un autor al que, le felicito, sigue con perruna devoción contra viento y marea, contra toda evidencia bien probada (y, a propósito de eso, ya que parece conocer tan bien la obra de Aristóteles debería repasar, por una cuestión de amor propio, tanto los libros que dedica a la Retórica como a la Lógica y sacar alguna lección de provecho de esa lectura).
      Supongo que con eso, en definitiva, trata de escarmentar, de avisar a navegantes, de lo que puede ocurrir, sólo para empezar, a quienes se atreven a poner en entredicho al autor estrella de Alfaguara. Le repetiré, pues, lo que le dije a otro de los furibundos admiradores del autor de «Alatriste» que tuvo el detalle de dejar por aquí unas deyecciones verbales similares a las suyas: esto no hace falta alabarlo, que se alaba ello sólo.

  9. Davout dijo:

    Buenas noches.
    Acabo de terminar la novela de la que trata esta página, la cual he encontrado buscando en Internet «criticas Puente de los Asesinos». He encontrado varias, pero esta, que ya está en mis favoritos, es la mejor. La mejor hilada, con mejores argumentos y más convincente. Desde mi punto de vista la que mejor se acerca a la impresión que la novela me ha dejado, sin saber todas esas cosas que con su critica he descubierto.
    Dicho esto, tambien quiero romper una lanza por Reverte que, aunque coincido en la visión tenebrosa y de nefasta leyenda negra que perpetra sobre España y la Historia, es el unico autor popular-populista que hace llegar estos temas al gran público, aunque sea para hacerse rico.
    El Punta (la puente…) es de las entregas más mediocres de la serie, que ya es repetitiva y cansina en algunos de sus aspectos y como dice algun otro comentarista más arriba, acaba desdibujando tanto a Alatriste que lo reduce a una caricatura de lo que fue. No se puede explotar la mina hasta ese punto. La saga está pidiendo el relevo del capitán por el alferez Balboa, que algo me dice que veremos hacer las americas…
    En cuanto al autor coincido con Vd. en el aspecto de que se debe haber creido el personaje de despechado heroe de su ingrata patria ya que lo interpreta en todas sus novelas, desde La sombra del Aguila al Asedio, pasando por Cabo Traflagar y todos los Alatristes. Y eso es nefasto para todos los que le leen como dogma de fe histórica, porque no les llega otra Historia. Porque, desde luego, pretender explicar el S XVII español con las novelas de Alatriste en los colegios es como documentar la Conquista del Oeste con las novelas de Zane Grey.
    En cualquier caso seguiré leyendo a Reverte, porque entretiene, como las pipas, que no mantienen, y sirve, como mal menor, para buscar que hay de verdad en los episodios que pretende contar. Y ahí es donde se aprende.
    Muchas gracias por la critica, pero a ella no hubiera llegado de no haber cruzado «La Puente de los Asesinos».

    • Estimado Davout, publicada queda su opinión. Disculpe el retraso findesemanero que me ha impedido leerla y aprobarla antes.
      Gracias por los elogios a mi crítica. Hago lo que puedo. Si todo el mundo leyerá a autores como Pérez-Reverte con el mismo buen criterio que vd. y el mundo editorial español anduviese algo más oxigenado y libre de sus habituales rancias inercias, «La novela antihistórica», seguramente, estaría de más. Como no es así, aquí estaremos hasta que la Ley Sinde, o la Ley Wert, o la que sea, chafe a Internet como medio de comunicación libre.
      En cuanto a posibles alternativas a las publicaciones vamos a llamarlas «oficiales», me remito a «Alcolea» en el primer número de esta misma página, publicada el 20 de julio de 2010, y a los relatos que voy publicando en la sección «Se puede hacer mejor» de http://lacoleccionreding.wordpress.com. Especialmente a «La sombra roja», que apareció en la edición de 18 de octubre de 2011.
      El relato histórico bien documentado sobre el pasado de España, que, como bien se ha dado cuenta vd., poco tiene que ver con el que nos vende el autor aludido, es posible. El problema -o quizás la solución- es que está relegado a la edición digital que, dicen, es el futuro. Esperemos que eso tampoco lo chafen empresas con tan buen criterio como las que publican el equivalente a Zane Grey para el siglo XVII español.
      Un saludo cordial.

  10. Davout dijo:

    Vaya, hemos encontrado una mina, a raiz de la novelita…dos blogs de historia y un espigador politico-social. Ya veremos de que color es el paño, porque ultimamente es dificil encontrar algo que esté a salvo de esterotipos de uno u otro color.
    De momento vamos a intentar recopilar la colección de «Se puede hacer mejor», de forma que la pueda leer en el e-book. Leer en el ordenador algo más largo que correos o un post es antinatura.
    Muchas gracias por los enlaces.
    Saludos.

    • Estimado Davout, el paño de el espigador es del mismo color, más o menos, que «La novela antihistórica». El más neutro es el weblog de La colección Reding que sólo tiene como fin servir de enlace comercial, aunque la sección de «Se puede hacer mejor» también tiene cierta vocación didáctica. Espero que ese enlace al e.reader se pueda hacer sin problemas y disfrute V. E. de la lectura de esos relatos. Estoy seguro que «En la boca del tigre», el último publicado, será de su agrado. No es muy largo, apenas unos cuatro o cinco folios.
      Cuídese del frío, aunque para un veterano de la Grande Armée y la campaña de Rusia seguro que esto no es nada. Un saludo.

  11. Davout dijo:

    Respetado historiador,
    El paso al e.reader está a un click de distancia con Instapaper y todo el material publicado en sus dos enlaces de interés ya está a buen recaudo. Me gusta y discrepo, o viceversa, así como de algunas criticas que me parecen algo «biased», pero, en fin, cada uno viste el paño del color que le gustaria que fueran las cosas y no como son, o fueron, en realidad.
    Por eso, ni los historiadores se ponen de acuerdo; cuando nada más sencillo debería ser: como quitarle el polvo al fosil y contar que hay debajo. Pero el historiador quiere, frecuentemente, explicar el presente y dirigir el futuro, según su visión, particular, del pasado. Eso da de comer a más.
    Espero impaciente su critica sobre «El Primer Naufragío», que seguro hará. Relato, no se si fiable, de como se forjó la dictadura jacobina, que dio paso al Terror, y propició que alguien, pequeño de estatura pero inmenso de ambición, pusiera orden en la Republica y redorara los blasones sur mes épaulettes…Pour le froid, pas de souci, ici, aux abords de la Seine, les soldats chevronnés de la bataille de Vyazma, ne le resentons guère.

    • Estimado general Davout, celebro lo del e-reader. Ciertamente no hay ciencia imparcial y la Historia no iba a ser menos, Pero algunos tratamos de hacer la lectura menos «biased» posible. En general esa es la «marca de la casa» que nos distingue o debería distinguirnos.
      Es tan sencillo, en efecto, como, levantar el fósil y contar qué había debajo. Para eso están las publicaciones científicas o próximas a ellas (véase los comentarios a ciertas piezas en La colección Reding, por poner un ejemplo). Objetividad casi al 100%.
      Luego ya están las opiniones personales del historiador, que también es un ser de carne y hueso y paga facturas como todo el mundo (o casi).
      Cada cual saca esas visceralidades, esas cuestiones personales, por la válvula que mejor le parece o por la que le queda más a mano. Yo, prefiero separar una cosa de la otra tanto como es posible. Para eso creé El espigador digital. La novela antihistórica es algo que se mueve entre ambos mundos, aunque siempre con voluntad de esclarecer, de aportar datos sobre esas realidades históricas que algunos pretenden plasmar en novela.
      Haría una crítica de «El primer naufragio», me tienta, pero, que yo sepa, no es una novela. Escapa, pues, a la égida de «La novela anthistórica».
      Preferiría este próximo invierno hablar de «Guerra y Paz» y de su «otro lado del espejo», «La victoire de la Grande Armée» que ha publicado recientemente Giscard D´ Estaing con Plon, la à Paris, y que estoy disfrutando ahora mismo.
      En fin, con respecto al devastador frio no esperaba menos de los que tomaron al asalto Smolensko. A bien tot, l´ancien!

      • Davout dijo:

        Mariscal, si no le importa.
        Me ha encantado «En la boca del tigre». Buena entrada en Macao, si señor, eso eran capitanes y no los de Costa C. Si l’Empereur hubiera tenido alguno así en vez del inutil (y cobarde suicida) de Villeneuve, a lo mejor l’Armée de Boulogne hubiera pasado el canal.
        Escribe Vuecencia mejor que critica, franchement. Pondré los filtros, voir les masques à gaz, necesarios para que una cosa no me prive de la otra. Lamento lo del «naufragio», seguiré con él a ciegas, aunque se me hace duro de tragar. En attendant, buscaré esa obra sobre «mi» Grande Armée, malgré que D’Estaing no es sable de mi devoción, se extraer lo bueno de los malos soldados. Como es el caso.
        Gracias por las respuestas.
        À trés bientôt, si l’ocass arrive.

      • Mariscal, mariscal en efecto. Merezco ser fusilado por el olvido, pero ya sabe Vuecencia lo que pasaba en l´Armée de le p´tit caporal, que los rangos iban y venían a ritmo vertiginoso.
        Celebro que le haya gustado «En la boca del tigre». Procuraré no bajar el listón y trataré de mejorar en lo de las críticas, pero a veces es muy difícil ser amable con el genero que se pone en las librerías. De momento sí recomiendo la ucronía de monsieur D´Estaing. Me he leído los dos primeros capítulos y están facturados con muy buen pulso. Engancha. No puedo decir lo mismo de «El Reich africano», la otra ucronía con la que ando enfrascado. Se lee por obligación, ça c´est tout.
        Y por lo que respecta a máscaras de gas, para la próxima edición de la página será muy necesaria. Por el tema, más que por la forma de tratarlo.
        Au revoir, monsieur le marechal.

  12. brenda.03 dijo:

    no entiendo el libroooooo.. podrian explicarme maaas sobre cuando estan en veneciaa y tratan de haceeeer el plan.. esqe es un trabajo y me tocaba a mi el principio y a otros esa parte y la vrd como qe ni le entendieron y no qiero leerlo todo xqe es en 2 diaaaas.. osea me pueden resumir que pasa en venecia y el final porfaviiiiir

    • En primer lugar, si te han mandado leer esa novela como trabajo de clase sólo se puede volver a lamentar que todavía haya profesores que se tomen en serio semejante material como algo que pueda ser didáctico. Deberias recomendar a tu profesor o profesora que utilizase «La sombra roja» y no «El puente de los asesinos» si es que quiere enseñaros algo sobre el siglo XVII español. Además es gratis. Basta con que enlacéis aquí lacoleccionreding.wordpress.com en la entrada de 18 de octubre de 2011.
      En segundo, por lo que respecta al resto de tus preguntas, deberías leerte el libro, aunque poco vas a aprender de él.
      Yo no puedo decirte más de lo que está puesto en la página. Creo que ahí está explicado todo lo que preguntas y no son más de cuatro páginas.

      • Brenda.03 dijo:

        Graciaas, si igual pienso que el puente de los asesinos no fue un libro para que aprendieramos algo de la literatura… leeree bien las paginas.. muchas gracias

      • De Literatura, no sé. De Historia te aseguro que bien poco. De nada y que te sean útiles las páginas de la crítica y no os olvidéis de «La sombra roja». Le sacaréis más partido y no tenéis que gastar ni un céntimo.

  13. Davout dijo:

    No será fusilado por eso, por esta vez, estimado relatador, pero debe Vd. saber que mis cuerpos de ejército fueron simpre famosos por la férrea disciplina que imperaba en ellos y mi severidad estaba al mismo nivel que mi integridad y mi lealtad. Les pendaisons et fusillements ne étaient pas rares dans mes regiments, mais toujours justifies. Faites attention.
    En cuanto a la bondad del libro (roman) que me recomienda, si bien me ha tentado mucho el «what if» o ucronia como Vd. dice en su idioma, no es mi debilidad, además esta crirtica ha enfriado mucho mis deseos de pasarme por la FNAC rue Ternes.
    http://www.actualitte.com/actualite/monde-edition/les-maisons/napoleon-bat-les-russes-avec-valery-giscard-d-estaing-22798.htm
    «La Victoire de la grande armée, qui est disponible dès aujourd’hui en librairie ne mérite vraisemblablement même pas le papier qui l’aura imprimé, mais surtout signe le retour d’un croulant sur la scène littéraire. Alors que l’on aurait bien aimé qu’il s’arrête l’an passé avec son livre imbécile sur de présumées relations avec Lady Di.»
    Realmente hay criticas que aydan a tomar decisiones y si el autor ya nos era politicamente desagradable, ni un penique al diablo.
    Bon début de semaine.

    • Tomo nota, magnánimo mariscal. Como decía un personaje de Umberto Eco en «La isla del día antes», es que sin un poco de disciplina las guerras las ganan los demás.
      Con respecto a la crítica asesina sobre el libro de monsieur le ex-president, parece «ad hominem», pero bueno, se agradece el envío que pasa a enriquecer el acervo de «La novela antihistórica».
      Yo espero a pronunciarme, D. V., al próximo invierno, cuando el aniversario de la luctuosa derrota en Rusia reavive el recuerdo de «Guerra y Paz». Seguro que no es peor que «El Reich africano» de Guy Saville que ahora mismo estoy terminando de sufrir. Como diría el brigadier Gerard, morbleu! ¡qué pesadilla!.
      A bientôt.

  14. Antigono dijo:

    Buenas, veo que llego tarde a los comentarios; debo decir que yo me he leido (hasta ahora) todas las novelas de Alatriste (y probablemente lo siga haciendo), y aunque me gustaron en su momento (y me encantan como entretenimiento) debo reconocer que el autor peca de repetitivo y cansino, y no sólo por lo que se menciona del cliché de la España decadente sin fin (según él España es decadente desde Felipe II hasta hoy) sino porque repite el mismo personaje y las mismas neuras en otras novelas históricas (Un Día de Cólera, Trafalgar, El Asedio) y no tan históricas (La Piel de Tambor), la verdad es que uno se cansa de tanta lamentación y lloriqueo permanentes sobre los males de España. Aunque debemos reconocer que la novela histórica de aventuras pseudofantásticas no es escasa, ahí tenemos el ejemplo de las novelas sobre el ejército romano de Simon Scarrow, por ejemplo.
    Sobre el tema de la «supuesta» nulidad de los españoles para el comercio y los negocios, me temo que este autor (como muchos otros) no se ha leido los libros de historia económica de Tortella o los artículos sobre la economía de la España Imperial (tanto la austríaca como la borbónica).

    • Antigono, tranquilo, llegas a tiempo y más aún haciendo un comentario tan razonable. Nada que añadir a él. Sí, realmente cansa esa propaganda de una España que nunca existió porque jamás fue ni mejor ni peor que otras potencias europeas del siglo XVII o del XIX. Lo único que hizo distinto a ellas fue dejar su Historia en manos de irresponsables y no de grandes autores como Michelet o Macaulay, en Historia, o Dumas y Scott en Literatura.
      Alternativas las hay, a «La sombra roja» me remito en lacoleccionreding.wordpress.com de 18 de octubre de 2011. El problema es que ese tipo de publicación, por alguna extraña razón, no goza de las simpatias de las editoriales convencionales. Esperemos que la era digital normalice las cosas y permita contar la Historia de España, en forma literaria, tan bien como Tortella, y otros, lo han hecho ya.

      • Antigono dijo:

        Y eso que el tema del Siglo de Oro daba para mucho jugo, por ejemplo para reflejar los salones literarios de los reinados de Felipe III y Felipe IV, o la fastuosa corte y la gran labor de mecenazgo artístico de Felipe IV, o las maniobras diplomáticas de la época, y los movimientos militares de la Guerra de los Treinta Años, porque exceptuando El Sol de Breda poco nos ha metido Reverte en ese conflicto (Corsarios de Levante se centra en el Mediterráneo). Parece que su personaje se desliza hacia la imitación de los espadachines de aventuras como Los Tres Mosqueteros o Scaramouche…aunque debo decir que la personalidad de Scaramouche es más animada.

      • Dices bien, Antigono. El autor tiene una visión sesgada y muy poco documentada de las épocas que trata. Sus fuentes están, yo creo que deliberadamente, ancladas en lo que se investigó, como mucho, hace veinte años. Eso en el mejor de los casos. Pero por lo que se ve en este país la farfolla de la decadencia es una especie de droga de la que nuestro mundo cultural en general y editorial en particular parece incapaz de desengancharse desde los tiempos de Cánovas. Da dinero a corto plazo, el autor viene «recomendao», ¿qué más hay que preguntar? y a quién le importan las consecuencias que eso pueda tener para la marca España. ¿Desde cuándo nos hemos preocupado de eso en estos lares carpetovetónicos?. Se cita el «que inventen ellos» de Unamuno, que siempre da la impresión de que se ha leído algo profundo alguna vez en la vida, y todos a respirar tranquilos en el cóctel del siguiente premio literario que va, sin género de dudas, a este tipo de obras. Y así hasta que nos conviertan en un protectorado alemán.
        Y no es sólo la mala interpretación del reinado de Felipe IV. Es un mal generalizado en toda novela histórica sobre España escrita en España.
        El caso del reinado de Carlos II, por ejemplo, es aún más flagrante. Se han publicado varias cosas acerca de que fue la antesala de la España de la Ilustración, se ha desmentido, aunque sea tímidamente, que una cosa es la situación física del monarca -no mucho peor que la de Luis XIV o Guillermo de Orange- y otra -como es lógico-la de un vasto reino gobernado por miles de funcionarios en perfectas condiciones físicas y mentales que sabían muy bien lo que había que hacer, y aún así, la única versión considerada como publicable por las editoriales es una interpretación absurda de ese reinado ya desmentida, por ejemplo, a mediados del siglo XIX en la «Historia de Inglaterra» de Lord Macaulay, donde se ve a ese país completamente sometido a los dictados de España, gobernado incluso por el embajador español en Londres…
        ¿Resulta muy tópico decir que así nos va?. Tom Burns Marañón definió perfectamente en «Hispanomanía» la situación que ha convertido al autor de Alatriste o «El asedio» en un best-seller: España es el único país europeo en el que sus propias élites se dedican a difamar a su propia nación.
        Una definición perfecta y una explcación aún más perfecta de cómo hemos llegado hasta este punto. Por demencial que parezca.

  15. Antigono dijo:

    Sí, esa es la tónica general; hay reyes «buenos» y reyes «malos». No hay más que ver la mala prensa que se han llevado Carlos IV y Godoy a pesar de que sus actuaciones eran las más lógicas en la situación en que se hallaban, o el propio Fernando VII.
    Por cierto, veo que no te has metido con Un Día de Furia del mismo autor, jaleado por la prensa nacional (y parte de la extranjera) donde se soltaban perlas como «el mejor ejército del mundo es un español cabreado y con fusil», o escenas de paisanos y manolas disparando a los franceses cantando coplas y bulerías…desternillante.
    El Asedio no lo leí entero, me temo que no pasé del primer capítulo, ya no soportaba tanto perezrevertismo y alatristianismo en tan altas dosis.

    • Esta vez no dices bien, Antigono. Si que me metí con «Un día de cólera», lo que pasa es que lo hice a título de historiador. Busca «Los bienes relictos de Antonio Cánovas del Castillo» y «Un ejército surgido de la nada». No se le menciona directamente, pero se pega un repaso a perlas como esas a las que te refieres que no tienen la más mínima base histórica.
      Con lo del tema de Carlos IV y Godoy, en efecto, hay una mala prensa verdaderamente absurda. Hicieron lo único que podían hacer. Es más lo que los republicanos franceses estaban rezando -o lo que fuera que hicieran- para que ocurriera. Es decir, que el mayor imperio colonial de la Tierra en esos momentos se pusiese de su lado. O al menos se mantuviera neutral. El que tenga dudas que se lea el texto de la Paz de Basilea. Los diplomáticos franceses querían contentar a «la España», no fuera que la guerra volviera prender y les causase más problemas de los que estaban capacitados para soportar.
      Sin embargo el Canovismo, y sus epígonos pasados y presentes, hicieron muy bien su labor, reinterpretando los hechos para que encajasen en su molde histórico: España estaba en decadencia y necesitaba, faltaría más, un salvapatrias.
      Y así hasta hoy. Contra toda evidencia razonable. La Guerra de Independencia se ve, en efecto, como una pura carambóla conseguida gracias a la ayuda británica. Algo completamente absurdo. Hasta que en Bailén no caen las primeras águilas napoleónicas, los británicos estaban pensando en cómo arreglarse con el dueño de Europa. Sus agentes en la península estuvieron especialmente activos, calibrando si merecía la pena sacar los dientes y enviar a la Península al «general cipayo» o buscar algún tipo de acuerdo.
      Cuando la ofensiva anglohispana posterior fracasa en el invierno de 1808, son los artilleros españoles en La Coruña los que permiten sacar por mar a las únicas tropas que le quedan a Gran Bretaña. Con ellas tratarán de invadir el continente apenas se han recuperado de la famosa marcha de la Muerte hasta La Coruña y Vigo. Sólo conseguirán tomar la isla holandesa de Walcheren. Un pantano infestado de fiebre que dejará a muchos soldados con fiebres palúdicas de por vida. El resto de esa campaña fue un fracaso absoluto que les hace volver de nuevo los ojos a España y a su ejército, que continúa resistiendo cuando todos los demás se han rendido.
      Pero, claro, ya dijo algún hispanista británico -Kamen si mal no recuerdo- que los papeles de cada país en la Historia estaban repartidos y a España le tocaba el de don Quijote siempre perdedor. Por eso todos saben lo que pasó en Waterloo pero no en Alba de Tormes en 1809 o en Vitoria en 1813 o lo achacan en exclusiva a los británicos.
      Bueno, seguiremos la lucha hasta disparar el último cartucho. Como decía el inspector Alcolea.

  16. Antigono dijo:

    Pues buscaré las críticas que mencionas, porque el librito se las trae, la verdad.
    Sobre el mito de Carlos IV y Godoy, se ha escrito casi siempre lo mismo desde Pérez Galdós, pero lo cierto es que recientemente se ha intentado dejar las cosas en su sitio y destruir la nefasta propaganda que tiene el Príncipe de la Paz, creo recordar que en su día salió una biografía de este hombre reivindicando su papel, pero no tuvo tanto éxito como los folletines de Reverte.
    Respecto a la Guerra de Independencia hay mucho que contar, entre otros el mito de la derrota del ejército francés por las guerrillas populares que hizo desaparecer al ejército regular de los relatos de las batallas (como si éste nuna hubiese existido).
    Volviendo al tema del libro que nos ocupa, El Puente de los Asesinos, se me ha olvidado comentar aquello que mencionas sobre la permanente obsesión de Reverte de mostrar una España perezosa y poco comercial, obviando los puertos como Sevilla y comparándolos (negativamente) con el de Venecia, si hubiese escogido otro como Amsterdaam o Londres se lo habría pasado, pero es que en el siglo XVII el comercio atlántico ya había desplazado al del Mediterráneo y por ello es imposible que la Venecia que describa Reverte sea más rica que los puertos de Sevilla o Lisboa (en aquella época ambos de Felipe IV).
    Recuerdo unos fascículos en su día de Historia, publicados por el periódico Times (así que pueden considerarse neutros en cuestiones patrióticas) donde destacaba como puertos europeos más pujantes de la Europa moderna (siglos XVI al XVIII) a Londres, Amsterdaam, Lisboa, Sevilla, Cádiz, Burdeos y Nantes…así que como se ve hasta fuera de España desmienten las categóricas afirmaciones de la decadencia secular española.
    Bueno, no me enrollo más que bastante he soltado con el libro en cuestión, buscaré las referencias que dices. Gracias.

    • Antigono, para hacer comentarios tan magistrales como estos puedes enrrollarte lo que quieras. Esta es tu casa, la de los que opinan como tú y la de los que no opinan como tú. «La novela antihistórica» nació para ofrecer un espacio de libre opinión que no existe en los medios convencionales
      Totalmente de acuerdo con todo lo que dices y, en efecto, se hizo una magnífica biografía, muy bien documentada, poniendo a Godoy en su exacto contexto histórico. Si mal no recuerdo yo la citaba en «Los bienes relictos de Antonio Cánovas del Castillo».
      Naturalmente no tuvo tanto éxito como los folletines de APR. Ese es el problema. Ese y que en una editorial española cualquiera si no llevas una supuesta novela histórica en la que se cumpla la premisa de «Historia de España= a mugre y alpargatas» te defenestran de inmediato.
      Luego estos grandes empresarios se echan las manos a la cabeza cuando los ponen en el corral de los PIGS o las agencias de calificación usan España como retrete. ¿Quién da más?

  17. Manuel dijo:

    Buenas:

    Quizás para un historiador o gente especializada (o incluso entusiasta) de la materia (la historia), la saga (del Capitán Alatriste) o ciertos libros del escritor Pérez-Reverte le chirríen bastante, ya que de históricos, quizás, sólo tengan la fecha de publicación de la novela.

    Yo hace tiempo que de las opiniones y preventa que nos intentan embaucar los propios autores de sus obras, estoy más que curado de espanto, y por ello, las dejo a un lado, ya que he demostrado empíricamente que casi siempre, es una burda mentira o imaginación del propio autor (sabe Dios para qué fines -$-).

    Es por eso que creo, que cuando un profesional de los descritos anteriormente, pone su empeño en leer un libro tildado cómo novela histórica y lo que se encuentra es una novela más bien a secas, pues se puede (y tiene el derecho) de sentirse estafado en ese ámbito.

    Pero por otro lado, la saga del Capitán Alatriste es, a mi parecer, una sucesión de libros bastante entretenida (tanto en contenido cómo en estructura narrativa), y reconozco: venida a menos, pero es una buena obra para leer.

    Y por qué no, puede que a más de un lector le pique la curiosidad de explorar e indagar sobre esa España tan olvidada, que parece ser que nos da cosa afirmar que un día (y muchos años ya), fuimos una potencia mundial, temida y respetada.

    De eso poco queda…

    En definitiva, lo que nos enriquece y espero que sigamos haciendo (mientras nos los permitan), es discutir libremente y respetuosamente, aportando nuestros puntos de vista.

    Un saludo y gracias por tu comentario, me ha permitido conocer este blog que tiene muy buena pinta.

    • Manuel, muchas gracias por tu bien ponderado comentario. Publicado queda para que se haga realidad ese deseo de discutir libre y respetuosamente sobre estas cuestiones que lo es también de esta página, que para eso nació.
      Por mi parte, te diré que, en efecto, si todo el mundo que se acerca a novelas como esas hiciera las mismas abstracciones que tú haces y buscase comprobar hasta qué punto es cierto lo que le cuentan, no habría problema alguno.
      Pero claro… la realidad dista mucho de ese panorama. Las editoriales españolas venden siempre la misma mercancia sobre ese pasado y tratan de hacerla valer como Historia, y ese recuerdo siempre sesgado en la misma dirección -ese decadentismo enfermizo de «fuimos pero ya no somos»- es el que realmente nos priva de conocer nuestro pasado. Provoca inercia y pereza mental y una imagen-país de España aparte de penosa, falsa y antieconómica. ¿O crees que nos hubieran catalogado tan facilmente como país «PIG» en esta crisis de haber tenido una buena política cultural como en Francia?. Fíjate como manejan ellos las miserias de su siglo XVII en «El misterio de la cámara azul» (tienes la crítica en el número de agosto de 2011 de «La novela antihistórica»). Existieron, pero no son un lastre para la Francia actual como si parecen serlo las llagas históricas de España que nos echa a la cara a cada paso APR y que, te aseguro, son más de las que realmente fueron.
      Acabo con una de autobombo: compara lo que lees sobre la España de Felipe IV en Alatriste -o sobre la Francia de Richelieu en «El misterio de la cámara azul»- con la versión de esa época de la novela corta «La sombra roja» que encontrarás -y ésta es grati$- en la sección «Se puede hacer mejor» de http://lacoleccionreding.wordpress.com de 18 de octubre de 2011.
      Un saludo y ni que decir tiene esta casa literaria digital es tu casa.

  18. Guy Fawkes dijo:

    Siempre habrá ignorantes que no sepan diferenciar una novela historica de un ensayo y se crean todo lo que aquellas dicen pero creo que este blog sobredimensiona el asunto y el autor del mismo me resulta horrorosamente pedante.

    • Estimado Guy Fawkes: precisamente porque este país lo han ido llenando de ignorantes, voluntarios o involuntarios, que toman por libros de Historia novelas antihistóricas y verdaderamente malas como las del señor Pérez-Reverte, es por lo que nació esta página que, por lo que veo, le ha servido de poco provecho.

      En cuanto a que mi estilo sea pedante, en fin, me lo tomo del mismo modo en el que me tomaría que me hubiera dicho que soy tonto, feo y malo por decir estas cosas de un autor junto al que, por lo que parece, cierra usted filas,como tantos otros que se tragan cuanto la crítica domesticada les dice sobre novelas así para mantener en marcha un negocio que sólo mira los dividendos, sin medir las consecuencias de dar pábulo a una Literatura que da una imagen tan lamentable como falsa de la Historia de la España del siglo XVII.

      Algo de lo que le supongo bien enterado por el sobrenombre que ha elegido: Guy Fawkes. Aquel pobre diablo que creyó arreglar algo cargándose con una sobredósis de pólvora a Jacobo I, que sólo era un títere en manos del embajador español en Londres a comienzos del siglo XVII. El mismo conde de Gondomar que le dijo, a Jacobo: «para mañana queremos la cabeza de sir Walter Raleigh en bandeja, para que vayan aprendiendo los listos como él lo caro que sale meter las narices en nuestro imperio de América en busca de Eldorado». Deseo que fue orden para aquel impagable chalado coronado que seguía creyendo en brujas cuando en países intelectualmente más desarrollados, como España, ya se había descartado esa acusación como fantástica. Algo de lo que jamás ha escrito su admirado Pérez-Reverte.
      Me pregunto por qué… ¿Tal vez porque hechos como esos ponen en evidencia el escaso fundamento que tiene la maula decadentista -España país de pobres gentes guiadas por curas fanáticos y políticos imbéciles, etc, etc..- con la que se ha hecho millonario a costa, precisamente, de esa España de la que tanto se lamenta?.

      Ya ve que hay cosas mucho peores que ser pedante. diciendo cosas como, vamos a poner por caso, «horrorosamente». Por ejemplo ser un hipocrita o sujetarle las velas a un hipocrita de marca mayor.
      Usted mismo.

  19. Guillermo Alvarez dijo:

    Carlitos Rilova, por que no mejor aceptas que tienes una ENVIDIA enorme al talento y al exito de Arturo Perez Reverte, te dejas de payasadas y te metes un tiro por el orto????? No eres mas que un triste y celoso payaso… Darias uno de tus testiculos por tener una decima del talento de Arturo, no puedes cargar con tu mediocridad apestosa… PATETICO!!!!!

    • Estimado -es un decir- Guillermo Álvarez: en mi opinión aquí lo único patético es escribir la clase de comentarios que vd. ha tenido la ¿feliz? idea de depositar en la bandeja de entrada del correo de «La novela antihistórica». Demuestra además de un pésimo gusto y una educación igual de pésima, una pobre capacidad lectora -¿ha entendido vd. que se haya maltratado a la novela de su admirado autor en ésta o en otras reseñas?, pues realmente demuestra vd. unas dificultades de comprensión lectoescritora como para ir pensando en visitar a un logopeda-, un agudo resentimiento social -habitual por otra parte entre los lectores del autor reseñado- y, en definitiva, un nivel intelectual digno de un niño de ocho años con problemas psiquiátricos.
      En fin, como «La novela antihistórica» es un medio independiente y libre se le publica el comentario, para que por otra parte el público de esta página pueda ponderar mejor qué clase de lectores han convertido a Arturo Pérez-Reverte en un autor superventas.
      No le molesto más, Guillermito, siga vd. disfrutando de su bien asentada idiocia que ya vemos con qué clase de lecturas alimenta y no dude en seguir mandando comentarios de esta especie, que serán publicados puntualmente. Ya sabe que toda corte necesita un bufón o varios y ésta no es una excepción.

    • Sólo una recomendación de tipo general para vd., para que intente mitigar un poco sus taras intelectuales, y para otros lectores: la lectura de «Alcolea», publicada en el número de 20 de julio de 2010 con el que se inauguró «La novela antihistórica» -a comparar con «El asedio»- y «La sombra roja», publicada en la sección «Se puede hacer mejor» de http://www.lacoleccionreding.wordpress.com de 18 de octubre de 2011.
      Comprobará, Guillermito, que la mediocridad en este país depende muchas veces del grado de amistad y compadreo que se disfruta con determinados editores a los que se va «recomendao» o no se va -léase el prefacio a la primera edición de «El húsar» de su admirado autor, él mismo le explica ahí cómo funciona el tema-, después miles de lectores sin criterio y transidos de esnobismo que piensan, por sistema, «es bueno si lo venden en unos grandes almacenes y si no, no» hacen el resto. Así se aseguran en este país triunfos multitudinarios a muy bajo precio como incluso, estoy seguro, personas de limitada inteligencia como vd. podrán apreciar. Eso es todo, y, como dijo Edgar Allan Poe, nada más.

  20. alkibla dijo:

    Como escribió D. Antonio Machado: » de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa…» es evidente la naturaleza de los devotos de Pérez Reverte

  21. MÓNICA dijo:

    Me compré el libro de El puente de los asesinos, por casualidad, pues no soy seguidora de Alatriste, ni muchísimo menos de Pérez Reverte, que sin disgustarme del todo, me parece un escritor sobredimensionado en su éxito. He leído varios libros suyos, casi todos me han gustado, pero con diferencia el que más………La reina del Sur (si…soy así de simple).
    Ahora estoy inmersa en la lectura de éste libro, que me está aburriendo soberanamente y antes de dejarlo por hoy, le he estado echando un vistazo a los comentarios en internet que hay a cerca de éste libro, y por lo que veo, en casi todas las páginas que he visto, les ha parecido un buen libro y bastante entretenido, pero, he seguido buscando y he visto ésta página (he de reconocer que no la conocía).
    No me enrollo, pero el caso es que me ha parecido fascinante el grado de crítica que he visto en ésta página, y leyendo los comentarios, me hace pensar en lo poco que sé de historia y lo muchísimo que me queda por aprender ¡Y yo que me he considerado siempre una super lectora interesada en la historia!
    En fin, me ha gustado leer vuestros comentarios, pues me resultan tremendamente bien explicados y con bastante criterio crítico-constructivo.
    Un saludo.

    • Estimada Mónica, puedes enrrollarte lo que quieras para hacer comentarios de esta índole. Muchas gracias oor los elogios a la reseña mensual. Eso es lo que se trata de hacer cada mes en esa reseña abierta al público general o bien bajo petición de los suscriptores a la publicación: una critica bien informada, bien documentada, poniendo de manifiesto lo bueno y lo malo que pueda tener una novela, más allá de la faena de aliño habitual en otros medios -digitales o no-, o del «me gusta/no me gusta porque sí» o, en fin, de las críticas que son más bien publirreportajes para vender el bestseller de turno en las grandes superficies.
      No dudes en recomendarnos. Por una modesta suscripción de cinco euros (más IRPF) al mes tú y cualquier otra persona interesada en acceder a crítica de calidad tendréis acceso a toda clase de información gráfica y escrita respecto a estas cuestiones.
      Un saludo cordial y agradecido.

  22. NapoleonicoBonapartista dijo:

    Querido Carlos, solo decir que respeto y valoro favorablemente tu análisis no solo sobre la obra El puente de los asesinos, sino también de su autor el mencionado Perez Reverte. Ya es hora de que a ciertos autores se les cuestione de una vez por todas, y más a los sobrevalorados e inmensamente publicitados como lo es este señor. Aun y todo he de decir que te excedes en opinar sobre la saga que compone Las aventuras del capitán Alatriste. Al fin y al cabo como bien dices son solo cuentos para leer junto al calor de la chimenea, y no hay mas que decir. Mostrar seriedad en tales libros no es muestra de mucha lucidez y mas teniendo en cuenta que Reverte juega con los sentimientos y las ideas de la gente. Solo hay que leer sus artículos semanales para percibir ese constante movimiento de uno a otro lado tanto en política como en religión. Con gente de tal calaña es mejor ni mencionar, pues su vida se centra en vender libros. Ahora bien, tengo entendido que el señor tiene bajo su tutela un equipo de investigadores, filólogos, historiadores y demás para colaborar en sus pesquisas y en la creación de novelas como El asedio, vamos que lo que es currar, poco. En cuanto a lo del articulo determinado que has mencionado siento curiosidad. El A.D. El, dices que en el siglo XVII era inexistente, y que por ello se concebía a diferencia el A.D.La. Sinceramente no encuentro ningún dato. Me aconsejaría algún lugar donde buscar información, seria de agradecer.
    Un cordial saludo.

    • Estimado Napoleónico Bonapartista. Celebro ver que estamos, básicamente de acuerdo en cuanto al autor y su obra. Discrepo eso sí en que no haya que dar importancia a la saga de Alatriste. Yo le doy la importancia que su autor y editor le dan. Para ellos no son meros cuentos a leer al amor de la chimenea. Para ellos son libros que se deben emplear en la formación secundaria que se da a nuestros futuros bachilleres. Lo cual equivale a que una precupante cantidad de españoles va a salir con una idea bastante equivocada de lo que fue la verdadera Historia de su país en el siglo XVII y con un complejo de inferioridad ante otros europeos de, por lo menos, pronóstico reservado. Otra vertiente del problema es que no todos los adultos que los leen son capaces de distinguir si es un cuento mal contado o tiene alguna base histórica.
      Así las cosas, como historiador, creo que hay demasiado en juego como para dejarlo pasar por alto.
      En cuanto a la cantidad de «negros» que el genio del señor Pérez-Reverte tenga trabajando a sus órdenes nada digo. Eso es cosa de él y de ellos. Eso sí, el resultado, lo firme quien lo firme, desmerece bastante y por las razones que mencioné en su día en esa reseña sobre «El puente de los asesinos». Últimamente la cosa parece haber mejorado un tanto en la última novela del autor, más personal y, curiosamente, menos celebrada por su, en apariencia, incondicional público, que también reseñé y a la que le encontré más virtudes que defectos.
      Con respecto al tema del uso de «la» donde hoy se pone «el» -caso «del puente», por ejemplo-, me choca esa falta de referencias. En la documentación de la época es recurrente casi hasta mediados del siglo XVIII.
      En la impresa, por ejemplo, en «Sitio y socorro de Fuenterrabía» de Palafox, una obra de propaganda financiada por el conde-duque de Olivares para restregarla por las barbas del cardenal Richelieu tras el fiasco sufrido ante esa plaza fuerte en el verano de 1638, episodio en el que el autor del que hablamos amenaza con situar a su pseudocapitán Alatriste, supongo que para convertir la resonante victoria en una mugrienta y amarga derrota -otra más- de esa España que él tanto dice amar. En «Sitio y socorro» se habla, por ejemplo, de «la puente de Amute», el puente que cruza sobre las marismas por las cuales se entran diversas partidas de tropas de refuerzo.
      Hay referencias literarias más comunes. Por ejemplo en la magnífica traducción de «La isla del día de antes» de Umberto Eco, toda ella escrita en lenguaje barroco muy culterano.
      Al principio de la novela, cuando están poniendo sitio a Milán los franceses y sus aliados, uno de los oficiales señala que hay que pasar tropas por un determinado punto que indica sobre un mapa. Otro de los presentes en ese consejo de guerra le dice que «desgraciadamente» su dedo -el del alto oficial que ha señalado el punto en el mapa- «no es una puente», resaltando así que esas tropas tendrán que cruzar a nado esa parte del mapa de operaciones.
      Igualmente se emplea el termino «una espía» más adelante en ese mismo libro, cuando el cardenal Mazarino enreda al joven caballero Roberto de la Grive en sus intrigas palaciegas señalándole que sabe bien que es eso, «una espía», y, por lo tanto, no le queda más que colaborar con él o ser, como mínimo, embastillado.
      Esperando que estas dos referencias te sirvan para ponerte en la pista de otras más, recibe un cordial saludo y gracias por tu comentario que aquí queda publicado.

  23. A nivel literario tengo un blog donde analizo primeros capitulos de novelas populares. Se puede ver el analisis de El Capitán Alatriste en el enlace:
    http://javierramirezviera.blogspot.co.uk/2017/06/taller-literario-n21-el-capitan.html?m=1

    • Estimado Javier: muchas gracias por este enlace. Estilísticamente podrá ser mejorable o impecable la prosa del autor. Desde el punto de vista histórico es, en general, una verdadera lacra para los españoles que han hecho de él un autor superventas. Toda su carrera no hace otra cosa salvo abundar en los tópicos de la Leyenda Negra, se lucra con ellos, sabiendo bien que es la línea de menor resistencia hacia el éxito total en una España dominada por unas élites, en general, decadentes y cobardes, muy por detrás de la gente a la que administran, o más bien explotan, y, aún así, el autor blasona de estar haciendo un gran favor a España. Hay cinismos y sarcasmos demasiado insoportables, y los de este escritor en concreto son de los los más insoportables por las razones aludidas. Ponga donde ponga las comas.
      Un saludo.

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